Depresión en Adolescentes

Depresión en adolescentes

DEPRESIÓN EN ADOLESCENTES: CARACTERÍSTICAS Y TRATAMIENTO

La depresión en adolescentes y en adultos es un trastorno psíquico que genera bajo estado del ánimo, tristeza y sensaciones de vacío y/o pérdida de interés, energía o placer por las actividades que anteriormente eran estimulantes.

El malestar que genera la depresión en adolescentes, cómo en general puede ir acompañado de sintomatología ansiosa y supone un deterioro de las áreas vitales familiar, social y/o laboral.

LA DEPRESIÓN Y SU DIAGNÓSTICO EN LA ADOLESCENCIA

Según el DSM-V, el manual de diagnóstico más conocido a nivel mundial por psiquiatras y psicólogos, la sintomatología ya comentada se acompaña de algunos de los siguientes síntomas durante al menos seis meses:

  • Alteraciones del sueño y del apetito
  • agitación
  • aletargamiento
  • fatiga
  • frecuentes problemas de concentración y dificultades en la toma de decisiones
  • un constante sentimiento de culpa o inutilidad y pensamientos relacionados con la muerte recurrentes (incluyendo la ideación suicida con o sin un plan específico para llevarlo a cabo y los intentos de suicidio).

También es necesario descartar otras posibles causas de los síntomas.

Los trastornos depresivos habitualmente se han asociado a la etapa de la adultez. Sin embargo, cada vez se toma más consciencia de la prevalencia de la depresión en adolescentes o jóvenes deprimidos

La encuesta europea de salud, cuyos datos fueron difundidos por el INE, indicó que a mediados de 2020 había 2,1 millones de españoles que presentaban un cuadro depresivo, el 5,25% de ellos mayores de 15 años.

EL MALESTAR EMOCIONAL EN LA ADOLESCENCIA: CUANDO “NADIE ME ENTIENDE”

La adolescencia es la etapa del desarrollo que se produce entre la infancia y la adultez, donde la búsqueda de la propia identidad se vuelve un tema central, y con ello se inicia la diferenciación familiar y la conexión con los iguales se vuelve especialmente relevante.

Tradicionalmente se ha situado esta etapa entre los 10 y los 18 años. Sin embargo, teniendo en cuenta que la adolescencia es el paso a la vida adulta, con todos los desafíos que ella conlleva, en la actualidad se plantea la posibilidad de que la adolescencia tenga una duración mayor, finalizando a los 25 años.

Nuestro cerebro madura hasta los 22 o 24 años. A lo largo de la adolescencia se desarrollan las áreas cerebrales implicadas en el procesamiento emocional, el pensamiento lógico y el autocontrol.

La gran cantidad de cambios experimentados en la adolescencia, a nivel físico, cognitivo y social en la etapa adolescente y la dificultad aún para hacerlos frente dificultan la toma de decisiones y facilitan el descontrol emocional e incluso la aparición de cierta impulsividad.

A menudo, cuando los adolescentes no se sienten bien, los adultos solemos asociar sus problemas a “los propios de la edad” y damos por hecho que “ya se les pasará” cuando maduren.

Sin embargo, recordemos que los jóvenes también pueden manifestar problemas de salud mental y pueden interpretar este tipo de mensajes como que sus problemas no son importantes y que no estamos disponibles. I

ndependientemente de la edad que tengamos y del estado de nuestra salud mental, cuando tenemos un problema necesitamos que nos escuchen y nos comprendan; este es uno de los motivos por los que los jóvenes, si el vínculo con sus padres no es lo suficientemente sólido, recurrirán exclusivamente a otras fuentes de apoyo, especialmente a aquellas personas que consideran sus referentes dentro de su grupo de amigos y contexto más habitual en el que se desenvuelvan.

Depresión en adolescentes síntomas

Por supuesto, resulta muy positivo para los adolescentes contar con el apoyo de sus iguales y de otros adultos que estén a su disposición. Sin embargo, el distanciamiento con sus padres puede privarles de un sostén aún mayor.

Como padres, especialmente de los menores de edad, nuestra labor es estar disponibles y tenderles una mano para cuando necesiten acercarse en busca de apoyo emocional. En este sentido, muchas veces la ayuda profesional también es necesaria y hablar de ello con los hijos conndepresión, llegando a acuerdos si fuera necesario, es un buen predictor de la adherencia al tratamiento.

¿SOSPECHAS QUE UN ADOLESCENTE TIENE DEPRESIÓN? ESTAS SON LAS PRINCIPALES ALARMAS Y RECOMENDACIONES

1. Tener antecedentes familiares aumenta el riesgo de desarrollar un trastorno del estado del ánimo. Aceptar este riesgo nos puede ayudar a tomar medidas de prevención lo antes posible. Las familias que niegan el problema de un adolescente con depresión, tienden a encontrar que este no se soluciona por sí sólo y que haberlo visto venir antes hubiera sido de gran ayuda.

2. Tener manifestaciones orgánicas y/o conductuales es bastante habitual tanto en la ansiedad como en la depresión. En este sentido, los jóvenes con depresión, pueden empezar a somatizar (problemas intestinales, dolor de cabeza, etc.) o tener grandes cambios en su carácter mostrándose, por ejemplo, especialmente irritables.

Los constantes conflictos familiares y/o sociales son posibles señales de que algo pudiera no andar bien. También es posible que detectemos un drástico aislamiento social o un bajo rendimiento académico.

Estos cambios pueden deberse a muchas causas, no necesariamente al desarrollo de una depresión; si bien en cualquiera de los casos tienden a estar relacionados con un aumento del malestar emocional. Es importante buscar formas de fomentar un espacio seguro en el que poder hablar de cómo se sienten con el fin de favorecer la búsqueda de apoyo y soluciones.

depresión encubierta, tratamiento

    3. Los cambios radicales en la vida de los adolescentes con depresión nos pueden alarmar, aun así es recomendable mantener la calma. Con frecuencia, si los adolescentes no se sienten bien, comenzarán a encerrarse en sí mismos.

    En este sentido pueden desarrollar estrategias de afrontamiento de los problemas ineficaces y a veces dañinas (dependencia emocional en las relaciones, abuso de redes sociales o de sustancias, autolesiones, etc.).

    Es recomendable que los adultos tomen la iniciativa creando puentes de comunicación con ellos pero sin invadir su espacio, manifestando una predisposición a hablar si lo necesitan y mostrando respeto y comprensión cuando expresen su malestar.

    Si no están dispuestos a hablar es recomendable la búsqueda de ayuda profesional con el fin de asegurarnos de que reciban un apoyo de calidad de parte de un adulto con los conocimientos y la experiencia para brindarlo.

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    Autora: Clara Ponce

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