Ansiedad y Depresión: Dos Caras de una Misma Moneda

Ansiedad y depresión

Depresión y ansiedad por qué se entrelazan

La ansiedad y la depresión, aunque distintas en su esencia, a menudo aparecen como compañeras inseparables en la vida de muchas personas.

En consulta observo muchas veces cómo estos dos estados emocionales se entrelazan y crean un nudo difícil de deshacer.

Pero entender esta relación puede ser el primer paso para desatarlo.

 

El Vínculo entre Ansiedad y Depresión

La ansiedad es esa energía inquieta que parece empujar la mente hacia adelante, hacia un futuro incierto lleno de amenazas.

La depresión, en cambio, arrastra el pensamiento hacia abajo y muchas veces hacia atrás, hacia un presente pesado o hacia un pasado que duele.

Sin embargo, ambas, ansiedad y depresión, comparten una raíz común: el sufrimiento emocional que, sin ser atendido, toma diferentes formas según la persona y su historia.

Un estudio clásico de Hirschfeld y Weissman (2002) destaca que más del 50% de las personas con trastorno de ansiedad generalizada desarrollarán depresión mayor en algún momento de sus vidas.

Esta coocurrencia puede explicarse por factores neurobiológicos compartidos, como la disfunción en los sistemas de serotonina y dopamina, y por patrones cognitivos similares, como el pensamiento rumiativo.

Historias que Iluminan

Ana es el nombre ficticio que daré a una paciente de 35 años que llegó a consulta describiendo una ansiedad insoportable. «No puedo dejar de pensar que algo malo va a pasar», me dijo.

Al explorar su historia, encontramos que detrás de la inquietud constante de Ana había un cansancio profundo, una sensación de inutilidad y tristeza que ella misma no había podido identificar como depresión, puesto que la ansiedad mantenía su conciencia suficientemente “entretenida” como para evitar que mirara en esa dirección, tal vez porque algún resquicio de su psique interpretaba como una amenaza adentrarse en esos caminos.

Y puedo comprender bastante bien este freno que el inconsciente de Ana le ponía, no era más que el intento de protegerla de algo que, de ser abordado en soledad, sin ayuda profesional, pudiera haberla desestabilizado.

Las dos caras de una misma moneda: ansiedad y depresión

Pero Ana, si bien por otros motivos, buscó ayuda, y con el ritmo y la comprensión adecuadas sus defensas pudieron relajarse lo suficiente como para permitirla mirar más allá de los síntomas de la ansiedad, más abajo, más profundo.

Juntas entendimos que la alarma permanentemente encendida de la ansiedad era la tapadera bajo la que se ocultaba un gran vacío emocional.

Trabajar en ambos frentes —regulando primero la ansiedad y luego explorando el origen de su tristeza— fue clave para su recuperación.

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Tipos de ansiedades

Una Relación de Ciclo

Ansiedad y depresión también pueden alimentarse mutuamente. La ansiedad crónica puede llevar a la fatiga emocional, creando el terreno propicio para la depresión.

Por otro lado, la depresión puede generar pensamientos catastrofistas que alimentan la ansiedad.

En una ocasión, un colega, en las supervisiones de grupo que desarrollamos periódicamente en el equipo de Cepsim, comparó esta dinámica con una danza interminable: cuando la ansiedad da un paso hacia adelante, la depresión le sigue con un paso hacia atrás, y así continúan, en un ciclo que puede sentirse imposible de detener sin ayuda profesional.

Estado de ánimo bajo y ansioso

Abordajes Terapéuticos

En terapia, tratamos la ansiedad y depresión de manera integrada, porque, aunque puedan parecer opuestas, responden bien a enfoques complementarios.

Junto a cualquiera de los modelos, estrategias y técnicas concretas que cada profesional utiliza, es importante (quizá lo más importante) comprender globalmente a la persona concreta, su dinámica de funcionamiento consciente e inconsciente, para individualizar al máximo las propuestas y evitar extender recetas universales como la activación conductual, o la regulación emocional mediante relajación o mindfulness.

La historia de Javier, otro paciente, ilustra esto a la perfección. En su caso, la activación conductual le ayudó a encontrar pequeños momentos de alegría, como volver a tocar la guitarra.

Al mismo tiempo, trabajar en sus pensamientos ansiosos le permitió enfrentarse a situaciones que antes evitaba, como presentar proyectos en su trabajo

Pero nada de esto habría tenido oportunidad de ponerse en funcionamiento si no hubiéramos comprendido las razones subyacentes de su bloqueo, que tenían que ver en su caso con la rivalidad no consciente que siempre había mantenido con uno de sus hermanos, cuyas características personales y trayectoria profesional habían sido particularmente valoradas en el seno de su familia, lo que él había integrado como un obstáculo en su desarrollo, en la medida en que no se sentía capaz de ser como él.

¡Ni falta que hacía! En este caso, Javier tuvo que darse cuenta primero de cómo funcionaba a nivel interno para encontrar el motivo que le permitiera movilizar la energía suficiente para enfrentar el esfuerzo de tocar la guitarra o practicar mindfulness para mantener los pensamientos rumiativos a raya.

Cómo Cuidarnos de la ansiedad y la depresión

Si te encuentras en la trampa de la ansiedad y la depresión, recuerda que puedes buscar ayuda. Buscar ayuda es un acto de valentía y amor propio. Además, cultivar hábitos saludables como dormir bien, mantener una alimentación equilibrada y conectar con tus seres queridos puede marcar una diferencia significativa.

En mis años de práctica, he aprendido que tanto la ansiedad como la depresión pueden ser maestros severos pero sabios.

Escuchar lo que nos están diciendo, con compasión y sin juicio, es el primer paso hacia una vida más plena.

Si necesitas ayuda, estamos contigo.

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Autora: Elsa García

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