Personalidades y Trastornos Bordeline

El trastorno borderline

 Qué es el trastorno bordeline

El trastorno borderline, también llamado Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) es un trastorno mental con una prevalencia de alrededor del 2% en población general. Las características principales de este trastorno son una marcada inestabilidad emocional, una enorme dificultad para establecer vínculos sólidos, duraderos y estables, un frecuente consumo de sustancias, sobre todo en varones aunque no exclusivamente, propensión a llevar a cabo conductas de riesgo o una profunda sensación de vacío.
El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) establece los siguientes criterios diagnósticos para el trastorno bordeline:
  1. Inestabilidad afectiva debida a una notable reactividad del estado de ánimo (p. ej., episodios de intensa disforia, irritabilidad o ansiedad, que suelen durar unas horas y rara vez unos días).
  2. Ira inapropiada e intensa o dificultades para controlarla (p. ej., muestras frecuentes de mal genio, enfado constante, peleas físicas recurrentes).
  3. Sentimientos crónicos de vacío o inutilidad.
  4. Comportamientos, intentos o amenazas suicidas recurrentes o comportamiento de automutilación.
  5. Un patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas caracterizado por extremos de idealización y devaluación.
  6. Impulsividad en al menos dos áreas que es potencialmente dañina para sí mismo (p. ej., gastos, sexo, abuso de sustancias, conducción temeraria, atracones de comida). Nota: no incluir los comportamientos suicidas o de automutilación que se recogen en el criterio 4.
  7. Esfuerzos frenéticos para evitar un abandono real o imaginado. Nota: no incluir los comportamientos suicidas o de automutilación que se recogen en el criterio 4.
  8. Alteración de la identidad: autoimagen o sentido de sí mismo acusada y persistentemente inestable.
  9. Ideación paranoide transitoria relacionada con el estrés o síntomas disociativos graves.
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Características del trastorno Bordeline

Sin embargo, el presente artículo no tiene en absoluto la intención de detenerse en el aspecto descriptivo. Es decir, no pretendemos destacar la cara visible del trastorno Bordeline. Se pretende ir más allá, haciendo alusión a la vivencia que tienen las personas la padecen, para, por último, citar algunas de sus posibles causas y algunas vías de tratamiento que desde CEPSIM ofrecemos para todo aquello que se sienta identificado con lo aquí descrito. Para poder entender el asunto en cuestión, la formulación proporcionada por la Terapia de Esquemas elaborada por Young ofrece una explicación interesante. De forma resumida, se podría afirmar que los esquemas precoces desadaptativos son los recuerdos, emociones, sensaciones corporales y cogniciones asociadas con los aspectos destructivos de la experiencia infantil del individuo, organizados en patrones relacionales, comportamentales o emocionales que suelen repetirse a lo largo de la vida. Los temas, además, suelen ser comunes: el abandono, el abuso, la privación emocional, la imperfección y la subyugación. El paciente Bordeline cambia constantemente de un modo a otro en respuesta a los acontecimientos vitales. Mientras que los pacientes más funcionales normalmente presentan menos modos de forma simultánea, no son tan extremos y pasan períodos de tiempo más prolongados en cada uno de ellos, sin embargo, las personas Bordeline tienen una gran cantidad de modos extremos y oscilan entre un modo y otro en cuestión de segundos.
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Los modos principales destacados por Young, Klosko y Wieishaar son cinco: el niño vulnerable, que hace referencia al niño interior que sufre. Es la parte del paciente que siente el dolor y el terror asociados con la mayoría de los esquemas, incluídos el abandono, el abuso, la privación, la imperfección y la subyugación. El modo de niño enfadado e impulsivo predomina cuando la persona está enfurecida o se comporta impulsivamente porque sus necesidades no han sido satisfechas. La emoción experimentada suele ser la ira. El modo de padre o madre castigadores es la voz internalizada del padre o madre, que critica y castiga a la persona. Cuando se activa este modo, la persona se convierte en una cruel persecutora, normalmente de sí misma, aunque también de los demás.  
En el modo protector aislado, la paciente se cierra a todas las emociones, se desconecta de quienes le rodean y funciona de un modo casi robótico. El modo de adulto sano es extremadamente débil y poco desarrollado en la mayoría de personas con TLP, sobre todo al comienzo del tratamiento. En cierta manera, ahí reside el principal problema: los pacientes bordeline carecen de un modelo parental tranquilizador que les calme y cuide de ellos. Esto contribuye significativamente a su incapacidad para tolerar la separación. El tratamiento desde la terapia de esquemas para un caso de trastorno bordeline consistiría, de forma resumida, en empatizar y proteger al niño abandonado, ayudar al niño abandonado a dar y recibir amor, combatir y vencer al padre/madre castigadores, establecer límites sobre la conducta del niño enfadado e impulsivo y ayudar a los pacientes con este modo a expresar emociones y necesidades de forma apropiada y, por último, tranquilizar para, gradualmente, reemplazar al protector aislado por el adulto sano.
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