Cómo superar los conflictos en el trabajo

Claves para gestionar y superar los conflictos laborales en el trabajo

En toda situación laboral se dan desavenencias entre los compañeros, que pueden afectar tanto a las relaciones personales de los trabajadores como al rendimiento laboral.

Cuando surge un conflicto laboral, la tendencia general es a evitarlo y en la gran mayoría de ocasiones, esto es un error. Cuando se trabaja con un equipo de personas, cada una de ellas como persona individual tienen unas características que conforman su personalidad de manera única y eso enriquece el grupo de trabajo. Evitar el conflicto, casi siempre, conlleva a que éste se acreciente y se generen conflictos nuevos, por eso es importante disponer de herramientas para decidir y poder hacerles frente cuando es necesario y evitarlos cuando lo creamos conveniente.

Los conflictos surgen por diversos motivos y hay que afrontarlos como tales para poder resolverlos y gestionarlos de la manera más adecuada para cada una de las partes implicadas, para mantener y fomentar un buen ambiente de trabajo, que permita desarrollarse profesional y personalmente a cada uno en su integración a los equipos.

Son muchos los factores que influyen en la generación de un conflicto y de esto depende de qué tipo sea, por lo que es importante conocer las causas y el efecto que puede ocasionar, para gestionarlo de la manera más óptima.

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¿Cómo se puede generar un conflicto laboral entre compañeros?

Características de la personalidad: Cada persona tiene una serie de características de personalidad que la definen y en ocasiones puede ocasionar conflictos laborales, porque no se corresponden con lo que nuestros compañeros esperan de nosotros o viceversa.

Por ejemplo pensad en un compañero de trabajo que tengáis que sea una persona alegre, que se preocupa por los demás, de ese tipo de gente que por la mañana siempre llega de buen humor al trabajo y preguntando a los demás como están. Este tipo de persona puede encontrarse con algún compañero al que todo eso no le guste, incluso que lo rechace, porque su personalidad es totalmente opuesta, y no le gusta que le pregunten como está todos los días, ni que alguien esté alegre todo el tiempo, lo que puede generar un conflicto entre ambas partes.

Antecedentes personales: Trabajando con compañeros nos podemos encontrar con gente que nos facilite el día a día o todo lo contrario. Cuando por ejemplo, nos hemos encontrado con alguien que no nos ha tratado bien laboralmente, eso puede dejar huella en nosotros, por ejemplo alguien que nos haya repetido muchas veces: “Eso no se hace así, déjame a mí” en lugar de enseñarnos cómo se hace.

Nos puede ocurrir que en otro trabajo, alguien nos repita esa frase porque en ese momento no nos lo pueda enseñar y sin ninguna intención excepto la de realizar la tarea lo antes posible, pero a nosotros nos conectará con el recuerdo que hemos vivido y a partir de ahí, puede generarse un conflicto.

Falta de comunicación: Cuando se trabaja con un grupo de personas, se pueden dar cosas por sentado, o pensar que no hace falta decirle algo a alguien, que otro compañero se lo contará y esto habitualmente es un error. Cuando se trabaja en equipo hay que fomentar la comunicación, es preferible contarle a alguien algo dos veces y que sepa que forma parte de la tarea, del proyecto, etc., que dar por supuesto que se enterará por ejemplo en la reunión y que este compañero se pueda sentir dolido o desplazado, cuando no había ninguna intención.

Competencia: Es una de las mayores lacras dentro del trabajo con compañeros. En muchas ocasiones de confunde la “competitividad” con uno mismo por realizar bien una tarea que está relacionada con la autorrealización de cada uno, con la competitividad con el compañero. Imaginad una tarea en equipo en la que alguien se quiere encargar de todo, o toma decisiones por los demás, o si alguien no está dispuesto en ese momento decide encargarse sin comentar nada al resto de compañeros.

Puede ser que realice la tarea, pero pensad ¿cómo se sentirán sus compañeros? Es muy probable, que frustrados, infravalorados y despreciados, no habrán podido desempeñar sus funciones no por no querer, sino porque un compañero les ha relegado de ellas, para destacar por encima de ellos, seguramente cometiendo un grave error.
 

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Claves para gestionar y superar los conflictos laborales

Empatía: Es necesario ponerse en el lugar del otro para poder resolver el conflicto de la manera más adecuada para todos, intentar entender lo que ha ocurrido, lo que le lleva a actuar de una manera o de otra, en qué momento se ha desarrollado el conflicto. Esta empatía es necesario trabajarla tanto con los demás como nosotros mismos, si hemos sido los que hemos generado el conflicto.

Asertividad: Trabajar la capacidad de decir no, cuando sea necesario, sin herir a la otra persona evitará muchos conflictos laborales. Hablando desde nuestra necesidad y desde nuestras capacidades, siendo honesto con la otra persona por ejemplo evitaremos enredarnos en escusas o asumir tareas que luego no podremos realizar.

Fomentar la comunicación: Para resolver un conflicto necesitamos una buena comunicación entre las partes implicadas, sin caer en discusiones sobre quien lleva razón o que idea es mejor, sin reproches, etc. Si no actuamos así tenderemos a evitar el contacto con la otra persona, es probable que nos comuniquemos de una forma hostil o con desconfianza y así no resolveremos nada.  Exponer nuestras ideas, hablar desde nuestras necesidades, desde cómo nos sentimos con lo que está ocurriendo, de lo que podemos aportar o incluso, de lo que no podemos, son vías que nos permitirán evitar que se den o bien, resolver conflictos laborales.

Adoptar una actitud pasiva: En algunas ocasiones, como comentábamos al principio será la opción más adecuada evitar el conflicto, esto se puede dar con ese compañero con el que hemos intentado comunicarnos de manera asertiva, resolver los conflictos y pasado un tiempo el conflicto vuelve o genera uno nuevo. Por ejemplo, pensar en un compañero con el que discutáis por la realización de una tarea y cuando al dialogar aparentemente todo queda aclarado, pero pasado un tiempo, su actitud vuelve a ser conflictiva, no os trata igual, os excluye, etc. Cuando esta actitud se produce de manera reiterada, la opción más saludable para uno mismo es la evitación de esa persona en la medida de lo posible, para evitar que nos dañe profesional y personalmente, siempre teniendo en cuenta todas las herramientas con las que contamos para poder intentar llegar a un acuerdo.

Respeto: Cuando existe un conflicto en el trabajo, cada persona necesita su tiempo para asimilarlo, para pensarlo y para encontrase emocionalmente más tranquilo. Existen compañeros de trabajo que no pueden esperar, porque no les gustan los conflictos o porque se sienten mal por lo ocurrido, pero es muy importante para la resolución del mismo que se respete el tiempo de cada uno, si nuestro compañero en este momento no está preparado para hablar de lo ocurrido y buscar una solución entre los dos, insistir solo empeorará la situación, por lo tanto hay que respetar los tiempos de cada uno.
Dentro de nuestra condición de ser humano somos seres complejos y también sociales, y debemos comprender que no pasa nada porque haya un conflicto laboral, porque se puede resolver y enriquecerse tanto a nivel personal como laboral con lo ocurrido, teniendo en cuenta que el otro no es un enemigo, sino un compañero. 

Autora: Oceanía Martin Recio 

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