Por qué cuesta dejar una relación tóxica

¿Por qué hay personas que les cuesta tanto dejar una relación tóxica?

¿Dependencia de las relaciones tóxicas?

Muchos de los pacientes que acuden a nuestras consultas, lo hacen con una clara demanda: soy dependiente y tengo una relación tóxica. Incluso algunos de ellos que han conseguido dejar la relación después de años de engaños y minusvaloraciones por parte del otro, lloran desconsolados pidiendo volver, queriendo entender qué hicieron mal, sintiendo una soledad y un vacío emocional. Algunas frases típicas podrían ser:

“(…) yo en otros ámbitos de mi vida soy una persona muy independiente y decidida, ¿por qué con mi pareja tengo tanto enganche si sé que me hace daño?”

“(…) yo sabía que algo pasaba, que me mentía y engañaba, pero siempre buscaba cómo defenderle, cómo echarme todas las culpas a mí, incluso le pedía perdón cuando le descubría una infidelidad, porque era yo quien le había mirado el móvil, y eso no se debe hacer. Todo el mundo me decía que no era una persona adecuada pero yo me enfrentaba a ellos para no ver la realidad. Incluso ahora quiero volver con él aún sabiendo que siempre me fue infiel y que no me trataba bien”.

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Pero ¿qué es una relación tóxica? 

Las relaciones tóxicas son aquellas que no nos hacen sentir bien, que nos impiden pensar con claridad, que nos dominan, que nos producen temores e incertidumbres. La pareja tóxica suele manipular, insultar (de manera directa o encubierta), menospreciar, acosar, abusar y mentir. Una persona que está viviendo una relación tóxica, suele tener las siguientes experiencias:

  • La persona que está en una relación tóxica siente miedo y rechazo, tanto que tiene que medir sus palabras y actos para no perturbar al otro o no ser amenazado con el abandono o el fin de la relación.

  • Hay un alto grado de ansiedad y tristeza en su vida, que compensa con los momentos de felicidad, pero estos son muy pocos en comparación con los malos (aunque intenta justificárselos a sí misma y a los demás).

  • No vive tranquila, siempre está controlando las cosas que hace su pareja porque existe desconfianza, normalmente justificada por los actos del otro. La infidelidad suele ser una realidad.

  • Siente que ha caído en la locura puesto que así se lo hace ver su pareja, por lo tanto cada vez que tiene explosiones de rabia o tristeza frente a las acciones o comentarios del otro, es atacado con que “está loco”. Sin embargo estas “explosiones” son realmente producidas por actividades de su pareja que realmente son dignas de desconfianza.

  • Pierde la capacidad de autorregularse, necesita al otro para ser feliz y vive en un torbellino emocional, puesto que su bienestar depende de cómo le trate su pareja.

  • Constantemente tiene el sentimiento de no ser amado, de dar más de lo que recibe.

  • Vive en un estado de alerta constante.

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¿Por qué caemos en relaciones tóxicas y por qué no podemos salir de ellas?

Solemos caer en este tipo de relaciones porque son patrones que ya “conocemos” en nuestro inconsciente. Parece que nos hacen repetir roles y objetivos antiguos, reexperimentar situaciones que no fueron resueltas en el pasado, demostrar e intentar alcanzar cosas que no fueron concluidas. Las causas son variadas y únicas de cada persona, quizás repitamos aquello que ya hemos vivido en la infancia, quizás idealicemos personas que nos recuerdan a alguien del pasado pensando que deben comportarse igual, las posibilidades son muchas y deben ser cuidadosamente analizadas en la terapia para poder conocerlas.

La idea es algo así como “volver a la zona de confort” del inconsciente, que se ha ido formando a través de nuestra vida y de nuestras experiencias, aunque esta zona no nos haga sentir bien. Como dice el refrán “más vale lo malo conocido…”. Sea como sea, si caemos en una relación tóxica, es porque esa persona ha conseguido “anclarse” en alguna de nuestras partes o necesidades internas, y por eso nos cogemos a ella con tanto ahínco.

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¿Y por qué no conseguimos salir de ellas?

Las relaciones de pareja son uno de los vínculos más difíciles de romper de nuestra vida, por ser también uno de los más fuertes. Nos recuerdan, por la cercanía y la fuerza del vínculo, a nuestras relaciones de apego infantiles, es decir, aquellas que vivimos en el pasado con las figuras de protección y que nos ayudaron a desarrollarnos y convertirnos en quiénes somos. Estas relaciones de pareja nos cubren las necesidades que tenemos “escondidas” en nuestro interior, nos proporcionan seguridad aún cuando sean nocivas. Veamos algunas necesidades que pueden ser el “enganche” a la relación tóxica:

  • Miedo a la soledad: Este es un miedo muy humano. La persona que lo siente tiene auténtico terror a reencontrarse consigo mismo o a vivir la vida en soledad. Necesitan del otro para ser feliz y aunque les haga daño, la persona tóxica es mejor que nada.
  • Necesidades narcisistas: Todos necesitamos sentirnos queridos, que nos alaben, que nos vean especiales. Sin embargo algunas personas llevan estas necesidades al extremo. Recordemos que la persona tóxica no se presenta como tal, sino que hace un juego de seducción muy intenso, en el que hace sentir al otro como “único en el mundo”. Si la persona tiene estas necesidades narcisistas se quedará prendado de la sensación de ser tan especial para alguien, y volverá a esos recuerdos del comienzo aunque la persona tóxica ya haya cambiado por completo y ahora le menosprecie.
  • Necesidades de vinculación: Sentirnos cuidados, protegidos, seguros, sostenidos en los malos momentos y acompañados en los buenos, éstas son necesidades de vinculación que pueden hacernos caer en estar con alguien tóxico. No es que la persona cumpla estas expectativas al 100%, pero al menos hay “una relación”, mala, pero la hay. Incluso los celos y la dominación del otro pueden interpretarse como alguien “fuerte” que nos va a proteger del peligro. Es el miedo a que nadie lo haga, a que nadie esté ahí para cuidarnos y protegernos, lo que mantiene la pareja tóxica.

 

  • Miedo al abandono: No es tanto el estar solo, sino el ser rechazado y abandonado lo que actúa aquí. La persona puede ser muy feliz consigo misma, a diferencia de aquella que tiene miedo a la soledad, pero el rechazo, reconocerlo tanto a nivel interno como social, le abruma y angustia profundamente. También el “acto de abandono” le perturba, posiblemente porque en la infancia se sintió de esta manera y aunque ahora no lo recuerde, su inconsciente sí puede estar haciéndolo. Este miedo está estrechamente relacionado con las necesidades narcisistas y de vínculo.
  • Seguir el guión marcado: Esta parte puede ser más compleja de entender. A veces nos empeñamos en seguir ese guión que nos han marcado nuestros padres, la sociedad, o quizás aquellas cosas que algún miembro de nuestra familia no pudo concluir. Esto se ve muy claro en las personas que estudian una carrera, por ejemplo medicina, porque desde pequeño sus padres dijeron que sería médico o porque es el trabajo de generaciones anteriores. Quizás “el casarse”, “tener hijos”, o “conseguir todo lo que nos proponemos como hacían nuestros padres, que son un ejemplo a seguir, aunque nos dejemos la vida en ello”, sean otros guiones y objetivos implícitos que debemos seguir por tradición familiar o por identificación con nuestros padres, muchas veces sin valorar si nos compensa o si es realmente lo que nosotros queremos.

La dependencia emocional: No es de extrañar que hablando de relaciones tóxicas, hablemos de dependencia emocional. Se podría decir que todo lo anterior estaría incluido en este apartado, pero la dependencia emocional es más que eso.  La persona dependiente necesita que los otros hagan aquellas cosas que no puede hacer sola puesto que no confía en sí misma ni en su criterio,  necesita la opinión y la aprobación para cada paso que da. Necesita del otro para sentirse bien puesto que se minusvalora y menosprecia a sí misma; tiene baja autoestima, lo que le hace ser capaz de aguantar vejaciones con tal de mantener el vínculo. El dependiente es muy lábil emocionalmente hablando, y puede desesperar a la persona que está a su lado con las peticiones de cariño y atención constante que necesitan. Si un dependiente emocional tiene la mala suerte de caer con una persona tóxica, lo pasará realmente mal. Ambos caerán en las manipulaciones emocionales, el dependiente a través de la tristeza, el enfado y la súplica para llamar la atención y mantener la relación, y la persona tóxica a través del menosprecio para mantener el control.

Estas son algunas de las respuestas a la pregunta ¿por qué me pasó esto a mí?… Pero el trabajo es mucho más complejo. Si estás en una relación tóxica y no puedes salir de ella, mi consejo es que acudas cuanto antes a un psicoterapeuta especializado que te ayude en este problema.

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Autora: Sara Sarmiento

 

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