TERAPIA AEDP: TRANSFORMARSE DESDE LOS AFECTOS

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TERAPIA AEDP: LA TRANSFORMACIÓN A TRAVÉS DEL TRABAJO DE LOS AFECTOS

 

QUÉ ES LA TERAPIA AEDP

AEDP no es solo una nueva forma de hacer terapia, sino también una perspectiva restauradora y reconfortante sobre la psicopatología y el sufrimiento humano.

Brevemente, sobre sus orígenes de la terapia AEDP

AEDP (Accelerated Experiential Dynamic Psychotherapy) es el acrónimo en inglés de la Psicoterapia Dinámica Acelerada Experiencial, una innovadora terapia surgida a finales de los 90 en Nueva York por su creadora, la Dra. Diana Fosha.

Sus fundamentos están arraigados en los estudios más recientes sobre apego y trauma, la neurociencia afectiva, la teoría de la emoción y el estudio de los procesos de transformación.

¿En qué consiste el modelo AEDP creado por Diana Fosha?

Para poder saber en qué consiste exactamente la terapia AEDP, es necesario conocer primero las ideas que la sustentan. Éstas parten de una confianza en la capacidad del ser humano de adaptarse y recuperar su vitalidad, por ello a AEDP se la conoce como un modelo basado en la salud, más que en la psicopatología:

– En primer lugar, AEDP parte de la convicción de que todo ser humano está concebido no solamente para sobrevivir, sino para prosperar y vivir su vida de la mejor forma posible, en la mejor versión de sí mismo/a.

– En segundo lugar, AEDP plantea una nueva forma de entender la psicopatología, pues parte de que los problemas psicológicos más graves surgen ya no de las adversidades o de determinadas tendencias biológicas de la persona, sino de experimentar emociones abrumadoras en un estado de soledad no deseada.

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Es decir, que aunque la vida nos encare con dificultades, desde AEDP se cree que son las consecuencias emocionales de dichas adversidades (de por sí, en ocasiones, demoledoras), vividas sin alguien que nos permita procesarlas, entenderlas y superarlas, lo que acaba por generar problemas de salud mental y emocional.

– Entonces, aunque la adversidad (ej.: un divorcio, la pérdida de un ser querido, experiencias de maltrato y abuso) genere emociones como la rabia, el miedo o la tristeza, si éstas son experimentadas y procesadas en todo su recorrido (imaginémonos la emoción como una ola con su inicio, su pico y su final).

Entonces dichas emociones no solo terminan por integrarse en la vida de la persona, sino que liberan lo que se denominan tendencias de acción adaptativas: comportamientos y energía renovada que se despliegan a posteriori para poder seguir afrontando – y disfrutando – de la vida.

Veámoslo más fácil con un ejemplo: si alguien de pequeño/a, ante los problemas que le generaban miedo o tristeza, recibía mensajes como que no debía mostrarse así, que tenía que seguir adelante y sobreponerse, que no exagerara, que no era para tanto… o no tenía a nadie a quien poder recurrir, entonces lo más probable es que no pudiera procesar esas emociones en toda su amplitud.

Consecuentemente, sus tendencias de acción no podrían liberarse (ej.: no podría llegar a sentirse aliviado/a tras llorar, ni volver a tener ganas para retomar sus cosas, ni sentirse regocijado/a y comprendido/a tras haber compartido su tristeza, ni dejar de sentirse solo/a, ni conservar la confianza en que seguiría habiendo personas importantes en su vida, etc.). Es más, esas emociones primarias,

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adaptativas y esperables cuando hay adversidad, comenzarían a asociarse con otros afectos que AEDP denomina patógenos, por ser dañinos contra la persona y acabar generando psicopatología.

Para entender esto, sigamos con nuestro ejemplo: ese alguien cuya tristeza no es vista ni recogida, aprende entonces a asociarla con emociones como la culpa (“no debería dejar que me afectaran tanto las cosas”), la vergüenza (“soy débil por dejar que me afecten tanto las cosas”), la rabia (“odio a la gente, siempre te fallan”) y el miedo (“si siento tristeza no voy a ser capaz de recuperarme”).

Así las cosas, las personas comienzan a sentir ansiedad al conectar con sus propias emociones y a construir defensas para protegerse de ellas – y de las de los demás –.

Esto mismo puede suceder con las emociones que denominamos comúnmente como positivas, por ejemplo, cuando el sentirnos felices u orgullosos/as de nosotros/as mismos/as, vimos que generaba en otros reacciones negativas.

Cuando dejamos de estar en conexión con nuestras propias emociones primarias, inevitablemente dejamos de estar en contacto con nuestro verdadero yo, llegando a sentir que perdemos la autenticidad y espontaneidad de nuestro ser.

Como vemos, entonces, para AEDP los problemas de salud mental y emocional no son algo intrínseco a la persona, sino intentos – aunque sea desesperantes y a la larga, devastadores – de adaptarse y ser aceptada en su contexto, especialmente el de las relaciones.

De ahí que muchas personas identifiquen su rabia como un medio para no dejar que nadie les pisara, sus comportamientos adictivos como formas de escapar del dolor o de alcanzar una tranquilidad fugaz, o sus patrones de dependencia como medio para evitar una soledad que en el pasado fue aterradora.

Ahora sí, ¿qué ocurre en una terapia AEDP?

Partiendo de esta forma de concebir al ser humano y sus problemas, el terapeuta AEDP:

pulsion de muerte y psicoanalisis freudiano

– Actúa como una figura de apego, al proporcionar un contexto emocional seguro desde el cual la persona pueda sentirse con el respaldo necesario para explorar y entrar en contacto con sus experiencias emocionales. En este sentido, el terapeuta AEDP no es – y sabe que no debe ser – una figura neutral, sino que se deja conmover con las experiencias de la persona y así se lo expresa, consciente de la importancia de que ésta se sienta mirada, escuchada y relevante.

– En ese rol de figura de apego, el terapeuta AEDP trabaja para disminuir la ansiedad de la persona, suavizar sus defensas y ayudarla a entrar en contacto con esos afectos no procesados. Para ello, monitorea a cada momento cómo se encuentra (preguntándoselo y llamando su atención sobre lo que observa de ella tanto a nivel verbal como no verbal) para ir hacia adelante, pero sobre seguro.

– Para ayudar a la persona a tener una nueva – y sobre todo buena – experiencia emocional, el terapeuta AEDP ejerce como guía, primero enlenteciendo el ritmo normalmente acelerado con el que tratamos de sobrellevar las emociones y después invitando a la persona a prestar atención a sus sensaciones subjetivas y corporales, dándoles el espacio necesario para que se desplieguen y completen.

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– El terapeuta AEDP sabe que no solo es importante tener nuevas y buenas experiencias emocionales, sino ayudar después a la persona a procesar cómo han sido dichas experiencias. De este modo, está logrando reforzar esos nuevos circuitos neuronales que se han creado.

Ello permite que la persona pueda tanto darle sentido a su experiencia, como conectar con otras emociones nuevas a raíz de esa primera ola de emoción (ej.: los sentimientos de orgullo y superación surgidos tras procesar la tristeza y rabia por los momentos de vulnerabilidad vividos en la adolescencia).

El proceso terapéutico con un terapeuta AEDP permite así deshacer la soledad, y experimentar y completar las emociones que la persona había vivido hasta ese momento como abrumadoras.

Estas nuevas experiencias son las que van permitiendo que la persona vaya reconectando con su yo esencial, que se vaya sintiendo cada vez más ella misma y más auténtica, recuperando la vitalidad que siempre tuvo y estaba esperando las condiciones adecuadas para ser desplegada.

Ésta ha sido una breve pincelada sobre qué es y cómo funciona la terapia AEDP, uno de los modelos desde los que trabajamos en CEPSIM. Si quieres saber más, haznos saber a través de nuestra página web o a través de cualquiera de nuestras formas contacto.

Para leer más sobre el modelo AEDP (recomendado para terapeutas):

• Fosha, D. (2019). El poder transformador de los afectos. Editorial Eleftheria.
Como guía para el trabajo personal, utilizando fundamentos del modelo AEDP (recomendado para terapeutas y público general):
• Jacobs, H. (2020). No siempre es depresión. Escucha tu cuerpo, descubre tus emociones fundamentales y conecta con tu auténtico Ser. Editorial Eleftheria.

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Autora: Virginia Fernandez

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