COMO LIBERARTE DE LA DEPRESION POSTVACACIONAL

COMO NO CAER EN EL LA DEPRESIÓN POSTVACACIONAL:
o cómo no pasarse los siguientes 11 meses esperando las nuevas vacaciones

¿Volver de vacaciones es deprimente?

Septiembre es para muchos un mes deprimente. El telediario aporta cada año las inevitables estadísticas acerca de la llamada depresión postvacacional; si tecleas en un buscador, aparecen al menos cuatro entradas diferentes sobre el tema: depresión post vacaciones, post viajes, hasta depresión postvacacional en niños… ¡y en perros!

Tengo la sospecha de que la depresión vende. Si no fármacos, que también, un sinfín de remedios «naturales», un sinnúmero de publicaciones profanas pero escritas con elocuencia, y servicios, sobre todo servicios: premios que podemos comprar para consolarnos, como degustaciones, espectáculos, pequeñas escapadas. También es un mes en el que crecen las ventas de cosméticos y de ropa, aunque, al menos en la mayor parte de nuestro país, el clima aún no ha variado. Los quioscos están repletos de coleccionables…

Septiembre es para muchos un mes deprimente, pero para otros, septiembre podría ser un mes simbólico, como lo es enero o el mes del cumpleaños, que represente un nuevo comienzo y, por lo tanto, una oportunidad. La oportunidad de comenzar con energía renovada y transformar el concepto de trabajo que tienes, y hasta otros aspectos de tu vida, como el ocio y tus hábitos de consumo. Pequeñas revoluciones interiores que pueden llevarte a reconquistar bastos terrenos de ti mismo: la serenidad mental, la capacidad de deleite, el sentido del humor, la salud, la capacidad de trascendencia.

Qué puedes hacer para que setiembre no sea un mes deprimente

No voy a venderte remedios mágicos, no conviene empezar engañando ni autoengañándose. Tan nobles prospecciones requieren que asumamos desde el principio la cuota de compromiso y de esfuerzo necesarias. Porque una revolución interior, por pequeña que sea, entraña un cambio de perspectiva, un cambio de actitud que no puede ser el fruto más que del empeño consciente y voluntario por cambiar. Pero este hecho, en sí mismo, ya puede convertirse en un poderoso motivador, el punto de partida de este radical cambio de actitud: convierte tu trabajo en un laboratorio de automejoramiento personal, en un gimnasio psicológico donde ir cada día a entrenarte para ser más y más fuerte.

El Dalai Lama, un trabajador incansable que atiende decenas de compromisos diarios en el errar perpetuo del exilio, y a la vez una de las personas que se consideran más felices en el mundo, propone en «El arte de la felicidad en el trabajo», transformar el trabajo en vocación a través del esfuerzo reiterado por encontrar el propósito más elevado de éste.

SI QUIERES SABER MAS SOBRE EL SÍNDROME POSTVACACIONAL LEE EL SIGUIENTE ARTICULO

Explica cómo la reflexión profunda puede conducir a cualquier trabajador a encontrar un significado valioso a su actividad, sea cual sea ésta. No solo los profesionales de la ayuda, de la asistencia o de la educación contribuyen al bien común, sino cualquier trabajador de una fábrica de montaje puede, si lo intenta, encontrar la trascendencia de sus aportaciones al conjunto de la sociedad. E incluso cuando parezca que no hay nada que aporte un mínimo de significación a nuestra actividad, profundizar en el beneficio que le reporta a la familia el sueldo ganado, ser plenamente conscientes de los alimentos, el techo y las comodidades que contribuimos a que disfruten gracias a nuestro esfuerzo cotidiano, ya es un fin elevado en sí mismo.

Un primer paso que podría ayudar y apuntalar este cambio radical de perspectiva, es hacernos conscientes de la cantidad de personas que, con su trabajo, han colaborado en que cada uno de nosotros pueda llevar a cabo cada día todas las pequeñas y grandes acciones que realizamos, como tomar un simple café o desplazarnos, ya no en sofisticados medios de transporte, sino llanamente a pie, gracias al calzado que nos protege de lesiones y enfermedades. Por tanto, en primer lugar, amplía tu conciencia de lo que ya tienes, aprende a agradecer. Un cambio más, en apariencia pequeño, que puede transformar tu actitud cotidiana y tu percepción de la vida en ámbitos distintos de los del trabajo.

Otra de las formas como puedes transformar tu trabajo en vocación es a través del autoperfeccionamiento. Ser mejor profesional cada día es también un reto estimulante, depurar tus destrezas y ampliarlas, colocándote a ti mismo como única medida con que compararte. Supérate a ti mismo. Aprende de una vez esa herramienta informática que te haría el trabajo más sencillo, ese idioma que te abriría la puerta del ascenso, esa técnica de meditación que ayudaría a mejorar el trato con tus clientes.

Cultiva las relaciones en tu entorno laboral, dale una prioridad máxima al trato humano, a la gente que te rodea; proponte ser amable, colaborador, empático, un compañero excelente. El componente humano es el más importante en cualquier empresa, y es una fuente de satisfacción muy relevante en el trabajo. Cultiva tu entorno, dedícale tiempo y energía a mantener unas buenas relaciones con tus compañeros. Felicítalos cuando corresponde, interésate por la salud también de sus allegados, ten algún detalle, presta apoyo.

Contribuye con tu actitud a crear un entorno más amable, unas relaciones más profundas, y a la larga, un mundo más humano. Conviértete tú mismo en un generador de felicidad y bienestar.

Apoya todo este proceso revolucionario con un profundo cambio de hábitos. ¡Qué buena oportunidad te ofrece septiembre para renovarte! Gánale la partida a la mañana y le habrás ganado la partida al día completo y a la semana. Busca información sobre pautas de alimentación correctas, idea alguna rutina al despertar que te llene de optimismo (respiraciones conscientes, algunos minutos de lectura o de meditación, alguna asana de yoga…) Si puedes, ve a pie a trabajar y utiliza la calle como gimnasio. Si tienes que ir en transporte público, usa las piernas en lugar de los ascensores o las escaleras mecánicas. No sólo estarás movilizándote y llenándote de energía, sino contribuyendo al bien común, ¿te has dado cuenta?, dejando despejados los caminos para la gente con movilidad reducida o que tienen mucha más prisa. 

Entrénate en alcanzar el estado de fluencia. Acuérdate de Momo, ¿lo leíste? No mires la calle entera, mira solo la baldosa que tienes que barrer ahora. Y bárrela a conciencia, con todos los sentidos puestos en ella. Comprende definitivamente el sentido y el poder de estar presente en el presente. Reflexiona sobre ello, compréndelo racionalmente y experiméntalo luego para subrayar este aprendizaje con la comprobación repetida de su eficacia.

En último lugar, recuerda algo también muy importante: es necesario dejar de apostar a una sola carta; es necesario diversificar las fuentes de las que obtienes satisfacción. El trabajo no lo es todo, ni siquiera es lo más importante. Un reto importantísimo es el de alimentarte internamente fuera del trabajo con alimentos que de verdad sean nutritivos, no con chucherías que solo quitan el hambre momentáneamente para producirte a continuación una hipoglucemia que te da más hambre.

Septiembre es el momento de hacer planes ambiciosos en cuanto a ocio constructivo. Dan comienzo todas las actividades interesantes: en la asociación de tu barrio seguro que se ha formado un grupo para aprender a tocar el ukelele, de teatro en inglés, de mantenimiento de un huerto urbano, de creación literaria, de reciclaje de ropas… busca tu actividad, encuentra una pasión fuera del trabajo. Y ya sabes, si tiene una finalidad elevada que contribuya al bien común, mejor que mejor.
 
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Autora: Elsa García
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