Personas felices: tres cosas que hace la gente feliz

Tres cosas que la gente feliz hace muy bien y un pensamiento

El estado de ánimo depende de factores muy diversos entre los que se cuentan, no solo pero también, el temperamento y las circunstancias vitales del momento en que cada uno reflexiona sobre él. En los últimos tiempos no dejan de aparecer frases célebres en las redes sociales y extractos descontextualizados del pensamiento de filósofos antiguos que impelen a ser felices como finalidad última y último sentido de la existencia humana, y acusan (digo acusan con toda intención) a las personas de ser las responsables de su sufrimiento, llenándolas de culpabilidad y un sentimiento de inadecuación que se suma al dolor psíquico que ya pudieran estar sintiendo.

Estas frases, y hasta este aire que respiramos en la actualidad en la sabiduría popular que caracteriza nuestro tiempo filosófico, está cargado de incomprensión y no ayuda verdaderamente a las personas a ser más felices ni más sanas, sino que les añade una tarea más, además inalcanzable: la de ser felices todo el tiempo, y la pesada carga de sentir que hay algo que falla en ellos si no lo consiguen plenamente. Desde luego, la autoindulgencia, el victimismo y los balones fuera, tampoco están en el top ten de la lista de factores que promueven la alegría.

A medio camino entre citar a buda con su célebre “el dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional” y el “ay, pobrecito de mí” que ni en los San Fermines ayuda, voy a tratar de exponer tres actitudes y capacidades de las personas que gozan de una mayor estabilidad anímica y satisfacción vital. Si bien es cierto que algunos aspectos exceden nuestras capacidades, la mayor parte, afortunadamente, sí tienen que ver con lo que hacemos y dejamos de hacer, y además, se pueden desarrollar, entrenar y perfeccionar si nos proponemos hacerlo. Vamos a revisar algunos de ellos.
 

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Tres cosas para hacer y ser feliz

Las personas estables no solo cuidan su alimentación, sino la forma de comer. Quizá no saben que en el estómago tenemos neuronas en cantidades ingentes, como en el cerebro, ni que la macrobiota intestinal cada vez goza de mayor fama en las investigaciones científicas en su relación con la salud o la patología mental, pero sin duda les gusta comer bien en el sentido tanto nutricional como social, esto es: variado, equilibrado, ligero, sentados a una mesa armoniosa con personas con las que conversar con calma, disfrutando el tiempo invertido como un tiempo de descanso y deleite, masticando y no engullendo.

Nada que ver con el comer cualquier cosa que me quite el hambre, de pie, en la cocina, o de camino al trabajo, o aprovechar el momento para preguntar al niño por las notas, o para discutir de cualquier asunto, generalmente de política mientras el telediario truena de fondo y se superpone con noticias catastróficas y valoraciones exaltadas a las no menos exaltadas voces de los que comentan en la mesa con la boca llena a punto de atragantarse. Desde luego, nada que ver con atracones o con privaciones extremas. Si tienes algún problema con la comida, esto tendrá repercusiones sobre tu salud psicológica, e igualmente las dificultades psicológicas trastornan la alimentación. Esto puede desencadenar situaciones muy graves y debes ocuparte de ello con ayuda profesional si te sientes reconocido en estas palabras.

Las personas de ánimo estable se alimentan también intelectual, social y espiritualmente. Puede que no compren libros a golpe de compulsión ni se han hecho budistas en la última década, pero sí leen el periódico más que ven la tele para informarse, y no se les pasa la tarde metidos en Facebook, Twiter, Tinder, Bender, Instagram, Wapa… y el millón más de apps sociales que existen, sino que conjugan hábilmente la tecnología con el face tu face de toda la vida. Y hay “algo” en lo que creen, sea un dios religioso o un dios sociocultural como la ecología, o el amor a la naturaleza, a los animales, o quizá creen que la paz interior es la primera piedra para la construcción de un mundo más pacífico… y lo cultivan, es decir, dedican tiempo a ello de manera habitual, ya sea a través de la meditación, de un voluntariado o de una actitud y comportamiento hacia el entorno coherente, respetuoso y responsablemente informado.

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Quien dice el entorno dice lo que sea que más motive y conecte con la sensibilidad de cada alma. Si no encuentras nada que te satisfaga ni te llene, si nada despierta tu espíritu, es momento de hacer introspección y cuestionarte tu visión del mundo. Si te relacionas básicamente a través de las redes sociales, es oportuno revisar, tal vez con ayuda profesional, cuáles son tus necesidades vitales y si están siendo adecuadamente satisfechas.

Las personas básicamente felices también nutren su cuerpo y lo embellecen, pero no para subir selfies nada más. Así que lo hacen de un modo particular y estimulante: están activas la mayor parte del tiempo. Tal vez no van a ningún gimnasio ni están probando el último tipo de entrenamiento de moda (crossfit, BMX o cualquier anglicismo novedoso) ni pertenecen a ningún equipo de hockey sobre hierba.

Sencillamente no son de los que salen a pasear para estirar las piernas cuando ya no saben cómo ponerse en el sofá y eligen los ascensores del centro comercial al que van a darse una vuelta porque hasta las escaleras mecánicas les parecen un esfuerzo mayor. 

Sin duda es gente que, si puede, va caminando a donde tiene que ir, es la gente que pasea con su perro, que cada día encuentra un motivo para moverse, sea a visitar a un amigo, sea a comprar cualquier cosa que olvidó, sea a realizar una actividad en solitario o con gente. Sin duda, entre sus aficiones no cuenta pegar sellos y son más de tocar la batería o hacer senderismo, por poner pocos ejemplos.

Las personas estables anímicamente no son superhéroes. No realizan entrenamientos de alto rendimiento, leen a Onfray en la cama, están suscritos a Nature Neuroscience, hacen retiros espirituales en la montaña, comen bayas de goji aliñadas con cúrcuma, y van a todas partes con una media sonrisa. Hacen cosas sencillas todos los días como calentarse al sol, conversar, reflexionar, mantenerse ocupados, descansar… Pero hay algo verdaderamente extraordinario en su forma de mirar el mundo y de darle sentido a vida. Lo hacen desde la comprensión de que la estabilidad mental, emocional, es una conquista personal, fundada en una actitud y un comportamiento coherente con esta actitud, pero que la felicidad no es un imperativo ni una exigencia que deba satisfacerse permanentemente.

Estas personas comprenden que a veces somos golpeados por la vida, que a veces la bioquímica también tiene cosas que decir. En definitiva, son personas capaces de asumir que la tristeza, el enojo y la frustración forman parte del tablero del juego de existir.

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Autora: Elsa García
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