La nueva normalidad: cambios psicosociales de nuestra vida con el covid-19

Las consecuencias de vivir con el coronavirus y la nueva normalidad: cambios a nivel, personal, social y psicológicos

 

La nueva normalidad ante el Covid-19: aspectos psicológicos

Continuamente escuchamos en la televisión y en los periódicos hablar de la nueva normalidad ante el coronavirus que tendremos que vivir cuando la desescalada acabe, pero nadie nos aclara cómo va a ser exactamente. Sabemos que el virus ha venido para quedarse, ya que los científicos esperan más brotes en un futuro cercano, si bien previsiblemente no serán tan fuertes como el primero.

Esta circunstancia implica que las instituciones van a seguir pidiendo a los ciudadanos que cumplamos con ciertas medidas de seguridad para que nuestro sistema sanitario pueda hacer frente a los futuros brotes. Por lo tanto, tendremos que adaptarnos a esta nueva e incierta normalidad. En función de las circunstancias y los recursos que tengamos, cada uno afrontará la adaptación de una forma u otra. Sin embargo, la pregunta es siempre la misma: ¿Qué haremos diferente en unos meses, cuando ese futuro sea nuestra normalidad?

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¿Cómo nos relacionaremos en la nueva normalidad?

Durante la desescalada se está haciendo mucho hincapié en mantener las medidas de seguridad, es decir, una distancia social y unas barreras físicas (guantes y mascarilla) que nos separan del riesgo y del resto de personas, ya sean conocidas o no. Sin olvidar, otras medidas como la higiene personal, informarnos mejor del estado de salud de la otra persona y de las personas de su alrededor. Cuando esto llegue a su fin y esas barreras sean más laxas, se podrían dar varias tendencias generalizadas: 

  • Con las personas que desconocemos y que nos cruzamos día a día en la calle seguiremos manteniendo ciertas medidas. La sensación general será que el riesgo de contagio permanece en las calles, por tanto, la amenaza la pondremos en los otros, en los desconocidos.

  • Con las personas de mucha confianza (familiares y amigos cercanos) seguramente quitaremos casi por completo las medidas de seguridad. Eso nos dará cierta sensación de normalidad y nos permitirá tener la dosis de contacto social que necesitamos como seres humanos.

  • Con las personas que conocemos, pero no son cercanos, lo más probable es que mantengamos ciertas medidas, aunque no en todo momento. Con ellos se mantendrá una protección más flexible.

¿Cómo tomaremos decisiones?

Por supuesto, en general las medidas que tomemos en la nueva normalidad dependerán de dos factores psicológicos y personales muy importantes:

  1. La evaluación del nivel de riesgo que percibamos en cada situación.
  2. La tendencia que tengamos cada uno a asumir riesgos. 

Ambos factores no son iguales en todas las personas y varían mucho según los recursos y la historia de cada uno.

A pesar de esta variabilidad, seguramente la toma de decisión para afrontar el riesgo será más conservadora en toda la población. Probablemente las personas más vulnerables (ancianos y personas con patologías previas) se protegerán más y las menos vulnerables tendrán comportamientos más arriesgados.

¿Cómo nos vamos a sentir ante la nueva normalidad que impone el coronavirus?

Desde que comenzó el confinamiento por el coronavirus, la mayoría de la población está viviendo con miedo. En estas situaciones en las que nos vemos vulnerables y que nuestra vida está en peligro, el miedo es el encargado de evitar que nos expongamos. El riesgo está directamente relacionado con el miedo. Éste surge como una respuesta de defensa para protegernos, estar a salvo y estar prevenidos frente a posibles amenazas.

Por tanto, seremos más desconfiados de todo lo que está fuera de nuestra casa, ya que el contagio se puede producir en cualquier lugar fuera de esta. Esto se traduce en miedo a la calle, a la cercanía con las personas que nos podamos encontrar, porque no son seguras.

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A corto plazo, cuando comience la nueva normalidad, el miedo se va a mantener en muchas personas, lo que va a provocar que se protejan y cumplan con las medidas.

A medio plazo, cuando salgamos a la calle y empecemos a hacer una vida normal el miedo irá despareciendo. Habremos empezado a afrontarlo, por lo que la evaluación del riesgo será menor. El desarrollo del miedo al contagio va a ser paralelo al desarrollo que tenga la sociedad para salir de la actual crisis sanitaria. Es decir, aunque estemos en una nueva normalidad, si en otoño o invierno se produce otro brote de la enfermedad, lo más seguro es que el miedo vuelva a aumentar levemente. Cuanto mayor sea el riesgo, más aumentará el miedo, por lo que las personas harán más rígidas las medidas de seguridad que tome.

A largo plazo, dentro de unos años, cuando hayan pasado los brotes y la enfermedad se haya normalizado en la sociedad, lo más seguro es que el miedo también desaparezca. Aunque eso no quiere decir que dejen de tomarse ciertas medidas de seguridad, puesto que algunas pueden llegar a quedar instauradas en la nueva normalidad.

Otras emociones muy importantes que vamos a tener que afrontar en esta nueva normalidad es la frustración y la ansiedad ante la incertidumbre. Aunque ya llevamos dos meses aprendiendo a vivir con ellas, van a seguir siendo una constante en nuestras vidas.

Muchas personas han vivido en este aislamiento un golpe muy duro a su seguridad y estabilidad, sobre todo a nivel laboral y económico. Aunque el sector laboral se va a ir recobrando poco a poco, muchas personas no van a recobrar su seguridad y estabilidad igual de rápido y de la misma manera. Afrontar un proceso de búsqueda de empleo en la situación actual puede ser más difícil de lo normal, por ejemplo. Por ello, va a ser fundamental que aprendan a gestionar esa frustración y ansiedad y a vivir en una situación con mayor incertidumbre.

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Por otro lado, se prevé un cambio en la forma de trabajar. Se va a instaurar el teletrabajo en la medida de lo posible y nosotros vamos a tener que acostumbrarnos a él, a lidiar con él en casa. Eso implicará una adaptación en nuestras casas: tendremos que reservar un espacio para el trabajo y aprender a gestionar mejor nuestros tiempos. En algunos casos se puede dar un teletrabajo parcial, de forma que tendremos que reorganizar nuestras rutinas y adaptarlas a la nueva normalidad, a la vez que ser flexibles ante los cambios que puedan ir surgiendo ante la enfermedad.

 

¿Cómo va a ser nuestro ocio y tiempo libre?

 

En general, nuestra vida social y el ocio fuera de casa va a cambiar. El miedo afectará también a lo desconocido y a todo lo que esté fuera de nuestro país. Probablemente no volveremos a la normalidad que teníamos antes en cuanto a viajes internacionales. Nos costará retomarlos, aunque lo iremos haciendo poco a poco.

Este miedo también será mayor ante aglomeraciones de personas. Seguramente durante un tiempo evitemos grandes eventos o lugares muy concurridos como el centro de la ciudad, el transporte público o centros comerciales. No nos sentiremos seguros rodeados de tanta gente y sin poder respetar nuestro espacio personal.

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¿Cómo cambiará nuestra higiene?

 

Para finalizar, unas conductas que con alta probabilidad se van a quedar instauradas durante bastante tiempo en nuestro repertorio son las relacionadas con la limpieza y la higiene personal. El lavado de manos, lavar la ropa más a menudo, llevar desinfectante y tocarnos la cara lo menos posible, sobre todo cuando estamos fuera de casa, son ejemplos de conductas que seguramente vamos a mantener a largo plazo ante el miedo al contagio por el coronavirus. Éstas nos dan la seguridad que necesitamos frente a la incertidumbre y el riesgo que percibimos en la calle.

En resumen, la nueva normalidad npor el coronavirus nos va a dar la oportunidad de afrontar poco a poco el miedo al contagio y la ansiedad ante la incertidumbre con las que llevamos dos meses y nos plantea una nueva vida más pendiente de nuestro cuidado y salud.

 

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Autora: Elena Capelo

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