Seleccionar página

La importancia de llamarse Nadie: alegato contra la autoestima

La importancia de llamarse Nadie: alegato contra la autoestima.

¿Te hace falta más autoestima?

Cada vez que recibo a alguien en consulta que me dice que está ahí para fortalecer su autoestima, porque tiene la autoestima baja o porque no tiene autoestima, pongo cara de susto y le pregunto: ¿Autoestima? ¿Y autoestima para qué? 

¿Y cuánta quieres, mucha o te vale con un poquito? Invariablemente se me quedan mirando como si pensaran que han ido a dar con la psicóloga más loca o más tonta del planeta. ¿Será ésta la única psicóloga del mundo que no sabe de la importancia de la autoestima?, les leo en la mirada.

Pero yo, que sí estoy un poco loca, sigo con mi rollo, insisto. ¿Para qué? ¿Para qué te hace falta la autoestima? Suelen responderme: ¡Pues para sentirme mejor!

¡Acabáramos! Pero… para eso no se necesita autoestima. La autoestima es la que te impide sentirte mejor, respondo. Y como no me entienden, les cuento un cuento que escribí para trabajar con niños un concepto filosófico antiquísimo que es difícil de comprender actualmente y que tratamos de aprender a través de la práctica de mindfulness. Con los niños hago mucho teatro, pero viene siendo algo así:

¡Hola! Me llamo Nadie y no sé cuántos años tengo, así que no me importa si soy joven o viejo. Demasiado pequeño o demasiado mayor son expresiones que nunca pronuncio, de manera que no siento ningún miedo a envejecer, y ningún ansia por crecer. No me importa si no tengo años suficientes para pintarme las uñas o si tengo demasiados para coger un berrinche. Como soy Nadie, a nadie tengo que satisfacer.

Me llamo Nadie y no tengo ninguna cualidad especial. No soy el más alto ni la más lista, ni la más fuerte ni el más rápido. Sencillamente porque, al ser Nadie, no estoy obligado a ser nada más que otros. Es un gran alivio cuando veo chicos y chicas con nombre que se esfuerzan un montón por ser los más graciosos de la clase, las más simpáticas del grupo, los más guapos del equipo, los más delgados de la piscina… ¡solo porque tienen un nombre!

Parece que tener un nombre te obliga a compararte todo el tiempo con los demás, y a querer ser especial en algo. Si es en muchas cosas, mejor. A mi modo de ver, no solo se esfuerzan demasiado sino que pierden el tiempo. Todos somos especiales para alguien, y eso es lo único importante. Yo soy especial para la gente que me ha visto crecer, para el chico que se sienta a mi lado en clase, para mi vecina, para mi perrita… ¡Todos somos especiales para otros! Nadie es especial en eso.

Como soy Nadie, no tengo que hacer nada para ser yo mismo, y tampoco tengo que ir a ningún lugar. Yo soy Nadie en todas partes. Ser Alguien me parece cansadísimo y aburridísimo. Y ser alguien el día de mañana ni te cuento. Yo prefiero ser Nadie porque solo así puedo ser lo que yo soy, ni más ni menos.

¿Tú sabes cómo eres tú sin compararte con nadie? Inténtalo en tu cabeza. El otro día le hice este juego a mi vecina Alicia. Decía:

 -¡Es muy fácil! Yo soy tímida…

-¿Cómo sabes que eres tímida si no te comparas con los demás?

-Mmmm… bueno, sé que soy tímida porque siempre se lo oí decir a la gente.

-¿Y cómo sabe la gente que eres tímida?

-Creo que lo dicen porque me cuesta hablar con quien no conozco.

-O sea -le dije yo- que hablas menos que la gente que no conoces cuando os presentan, o ellos hablan más que tú.

 -Exacto. -contestó. Y no supo añadir más.

Intenta ser tu

Inténtalo ahora tú, intenta identificar lo que eres sin compararte con nadie. Date cuenta de que, si crees que eres alto, es porque otros son más bajos que tú. Si crees que eres rápido es porque otros son más lentos. Si crees que eres reservado es porque otros hablan más.

Si crees que eres bueno es porque haces cosas que otros consideran que son buenas o están bien hechas. Si te dices que eres psicóloga o masajista o estudiante de tercero de primaria es porque hay otros que son economistas o estudiantes de quinto o corredoras de fondo. Porque hacen otras cosas que os distinguen. Pero hay algo en lo que todos somos exactamente iguales. Todos SOMOS, sin más.

 Cuando solamente SOMOS, no somos ni más ni menos que nadie. Cuando no somos ni más ni menos que nadie, simplemente SOMOS. SER es un espacio alucinante que hay en tu interior y que te acompaña siempre, sin importar quién está al lado e incluso cuando nadie está a tu lado. SER, solo SER… es un refugio precioso que tienes siempre dentro de ti y a donde puedes volver siempre que quieras.

Sintonízate con tu respiración, con las sensaciones de tu cuerpo, con los pensamientos que cruzan tu mente, para SER Y PUNTO, SOLAMENTE SER, DESCANSAR SIENDO, NO HACIENDO, NO HACIENDO NI MÁS NI MENOS, NI BIEN NI MAL, SOLAMENTE SIENDO… en cada momento tal y como eres. Sin obligar a tu mente a ser más tranquila, ni más alegre, sin pelearte. Solo observa, aprecia cómo es ahora, mira lo que hace sin intervenir, sin querer cambiarla, sin decidir si lo hace bien o mal, si hace mucho o poco, si te gusta lo que hace ahora o prefieres lo que hacía antes. Simplemente se.

Yo soy solo en mi mente porque tengo conciencia sobre ella. Y también soy en mi cuerpo porque lo siento, lo experimento, únicamente. Me concentro en cómo lo siento. ¿Siento tensión, hormigueo, calor? ¿Hay algo que se mueve, que suena, que duele? ¿Hay algo que pesa o que se afloja? Le doy la bienvenida a mi ser y me olvido de hacer para ser más o menos que otro. Porque todo lo que soy y siento es en sí mismo y no precisa comparación alguna. Ni la merece.

SI TE HA GUSTADO ESTE ARTÍCULO COMPÁRTELO EN TUS REDES SOCIALES
 

Autora: Elsa Garcia
Compartidos
Compartir esto
JS para menú plegable móvil Divi