Emociones y nuestra forma de comer

CÓMO AFECTAN LAS EMOCIONES A NUESTRA MANERA DE COMER Y CÓMO PUEDE AYUDARTE EL MINDFULNESS

 

Las emociones y su relación con la comida

Somos nuestra historia y cómo nos hemos adaptado (o sobrevivido) a ella. A veces nuestras vidas no han sido cuentos de hadas en los que todo salió bien. Incluso en las infancias más felices hay momentos dolorosos, a veces tan básicos y tan esenciales como una mirada de desprecio o desaprobación en un momento dado.

Los niños no vienen de serie con un cerebro adaptado al medio, aunque sí nacen con recursos innatos que la evolución de las especies les ha dado. Sin embargo, es el ambiente el que debe hacer que estas habilidades se manifiesten, se desarrollen o se creen. Y por supuesto que crezcan y maduren. A veces, el niño o la niña necesitan “crear” o “generar” defensas inconscientes contra las cosas que les ocurren, y muchas veces estas defensas generan conductas.

El problema es que el conflicto y la defensa pueden no ser accesibles a la mente consciente, y muchas veces la conducta nos perturba pero no la entendemos en absoluto. Por poner un ejemplo, imaginemos un niño o una niña cuyos padres no supieron regular sus emociones negativas, que vivió en una casa donde la protesta no estaba aceptada o donde no se podía llorar o mostrar emociones que no produjeran placer.

Quizás esta persona, al ir creciendo, usara la comida para calmar esos momentos de ansiedad o tristeza, puesto que no había generado estrategias de calma propias, o quizás el vómito para poder expresar aquellas emociones que no podían salir de manera natural, porque no serían aceptadas. Las causas son muchas, veamos algunas de las relaciones entre emociones y comida, y por último cómo el Mindfulness puede ayudar a mejorar este proceso.

El comer emocional: cómo las emociones pueden hacernos comer mal

Cuando no hemos aprendido a gestionar nuestro mundo emocional podemos comernos nuestras emociones, nuestros disgustos e incluso nuestra alegría. La comida es un reforzador y puede ser usada para calmarnos o castigarnos, pero al fin y al cabo, para regularnos cuando no sabemos cómo hacerlo. Nos distrae de aquello que no queremos ver, nos castiga cuando sentimos culpa o vergüenza, nos anestesia de la ansiedad o la tristeza o nos ayuda a soltar lo que no podemos tolerar, como cuando se vomita.

Algunas causas del comer emocional son:

  • Comer para llenar un vacío: las personas que se sienten solas pueden intentar salir de este estado llenando su interior de comida. Como no es el hambre sino el vacío interno lo que les produce comer, difícilmente se sacian. A veces, como ven que han comido de manera desenfrenada y/o en exceso, vomitan por vergüenza o culpa, o quizás para no engordar.
  • Comer por placer o amor: El comer es una forma de vincular. Cuando somos pequeños, es uno de los momentos más íntimos y cercanos con nuestra madre, cuando somos adultos esto se convierte en cenas de amigos y familiares. El comer está asociado al placer, al vínculo y al amor. Comer puede ser una forma de buscar estas necesidades quizás insatisfechas o quizás perdidas en la adolescencia o edad adulta.
  • Comer como castigo: las personas han hecho algo mal y quieren aplacar a su propio juez interno. Comer puede ser usado como castigo, especialmente en aquellas personas que valoran el autocuidado, la imagen externa o la delgadez.
  • Comer como protección o por miedo: si la persona siente miedo a crecer, a los cambios de su cuerpo, a la sexualidad o a atraer a los demás, o quizás si su cuerpo le genera conflicto con el entorno (familias que valoran la comida, personas que critican mucho el cuerpo), la persona puede comer para protegerse de la mirada de los otros.
  • Para calmar la tristeza: las personas tristes o deprimidas suelen buscar alimentos que produzcan placer, como el chocolate o los hidratos. La explicación es que estos productos pueden aumentar la serotonina, sustancia del cerebro que se encuentra en baja cantidad en los estados depresivos.
  • Comer para calmar la rabia y el estrés: cuando comemos, hacemos una actividad. Mordemos, desgarramos, al fin y al cabo, agredimos y controlamos. Esta puede ser una forma de controlar o atacar aquello que en nuestra vida cotidiana no podemos, o quizás sí, hecho aunque no de manera liberadora.
  • Comer para no sentir el mundo emocional: las emociones se sienten a nivel interno, corporal. Si comemos, nos abstraemos de ellas y obtenemos sensaciones diferentes.
  • Vomitar para controlar/sacar fuera lo no expresado: cuando hay algo que no podemos expresar, una forma de librarnos de ello (o mejor dicho, de tener una sensación momentánea de liberación), es el vomitar. Vomitar también puede ser usado como control después del descontrol de un atracón.

¿Qué diferencia hay entre el comer emocional y el hambre auténtica?

El comer emocional se diferencia del hambre real en que aparece de manera repentina, no se puede controlar ni postergar y así se siente, como algo fuera de control. El cuerpo “nos pide” cierto tipo de alimentos, especialmente los muy azucarados o grasos, y se vuelve incontrolable, tanto que “la vivimos o sentimos” como algo negativo. Cuando tenemos hambre real somos capaces de aguantar esa sensación, aunque si estamos mucho tiempo bien es cierto que puede llegar a ponernos nerviosos.

Con el hambre real podemos sentirnos plenos o satisfechos, en definitiva, llenos y con buenas sensaciones. No caemos en el primer alimento que se nos presente, sino que solemos poder decidir cuál vamos a comer.

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¿Podemos tomar el control y mejorar la relación con la comida y con nuestras emociones? Cómo puede ayudarte el mindfulness a regular tu modo de comer

Sí. Muchas veces no podemos saber qué nos hace exactamente “emocionarnos” de forma que necesitemos la comida para calmarnos, pero lo que sí podemos hacer es generar formas nuevas de vivir nuestras emociones. Aprender a identificar qué nos sucede y tolerarlo es una parte fundamental del Midfulness.
 

  • En el Mindfulness, tomamos consciencia de nuestro cuerpo y, a través de ejercicios como el Body Scan o Escáner Corporal, podemos hacer conscientes tensiones tanto internas como externas. Saber cómo estamos es el primer paso para poder cambiar. A partir de hacer consciente lo que le pasa a nuestro cuerpo o nuestra mente, podemos buscar estrategias alternativas al comer. El deporte, el yoga, tomar un baño, etc. pueden ayudarnos a no tener que controlar las emociones con la comida.
  • Otra forma que el Mindfulness nos puede ayudar es precisamente dándonos ese control sobre nosotros mismos para poder afrontar lo que normalmente evitamos. El Mindfulness es vivir el aquí y ahora mediante el no juicio y la aceptación radical. En lugar de huir o no conectar con nuestras emociones, nos permite aceptarlas y poder vivirlas desde la seguridad. Esto es, el Mindfulness.
  • El Mindfulness permite que la mente aprenda a concentrarse en lo que nosotros queremos. En lugar de no poder dejar de pensar en comer, o necesitar comer para calmarnos, dirigiremos la mente a recursos internos como la respiración o las propias sensaciones corporales, y al hacerlas conscientes descubriremos que nuestro propio cuerpo tiene recursos para calmarse, recursos muchas veces olvidados en el frenético ritmo de vida que llevamos.
  • En el Mindfulness también aprendemos a comer consciente. Pararemos y observaremos la comida con los 5 sentidos, sí, hasta podemos oírla. Al hacer consciente el acto de comer, haremos conscientes también los procesos internos que vamos experimentando, esto es, conseguiremos sentir sensación de “estar satisfechos”. Con el Mindfulness se recupera “el comer para vivir, en lugar del vivir para comer”.

Pequeño ejercicio de Mindfulness para comer mejor

Si quieres empezar a practicar el Mindfulness en la comida, haz este sencillo ejercicio.

  • Fija tu atención en la respiración para conectar con tu tranquilidad.
  • Toma cualquier alimento: fruta, chocolate, etc.
  • Observa todas las características que tiene desde todos tus sentidos: ¿cómo se siente? ¿cuál es su tacto? ¿y su dureza? ¿el olor cómo es? ¿Y su sonido? ¿cómo es su color y forma? ¿sabor, textura, temperatura…?
  • Recuerda que no se trata de contestar las preguntas cognitivamente, mediante las palabras, sino de “sentir” las respuestas, percibirlas con tu cuerpo y no con tu cognición.

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Espero que ahora vivas un poquito más desde el aquí y ahora.
 

Autora Sara sarmiento
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