El sentimiento de vacio

El problema del vacío emocional
Por qué nos sentimos vacíos y qué cosas podemos hacer para solucionarlo

 
El vacío emocional es una experiencia difícil de explicar pero que muchas personas han experimentado alguna vez en la vida. A veces nos sentimos vacíos de modo puntual: frente a un momento difícil, un acontecimiento desagradable, un duelo, una traición. Y otras nos sentimos vacíos de manera constante o cada vez que un hecho concreto sucede o se mantiene en el tiempo.

Cuando nos sentimos vacíos pensamos que ni la vida ni nosotros mismos tenemos ningún sentido. Nos encontramos tristes, perdidos, heridos, solos. Podemos tenerlo aparentemente todo, pero esto sirve de poco frente al vacío interior:
 
 Es como sentir un agujero negro que todo lo absorbe, nada puede llenarlo, es frustrante. Yo quiero, pero no puedo. Me siento muy sola”.
 
Así define una de mis pacientes esa desagradable sensación con la que tanto nos cuesta vivir. Y empezamos a hacer cosas y más cosas para aplacarlo. Porque la dura realidad es que nada nos satisface. Entonces comemos, bebemos, podemos incluso depender de sustancias o personas. Nos volvemos esclavos de nuestras conductas, las cuales son estrategias casi desesperadas de acabar con el sufrimiento que el vacío produce. Parece que no hay salida, sin embargo, no es así. Tú puedes llenar ese vacío. Pero primero, vamos a ver de dónde puede venir.

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Causas del vacío emocional

 
Hablo de “causas” del vacio, en plural, porque difícilmente un sentimiento tan grande y profundo depende de una sola variable. El vacío interior está ahí, perjudicándonos, pero se ha fraguado durante muchos años. Se necesita o bien tiempo o bien un acontecimiento muy traumático y mantenido en el tiempo para crear una sensación tan fuerte.

Desde mi punto de vista la mayor parte del vacío emocional proviene de la infancia. Aunque desde luego no todas las causas tienen que venir de ahí, bien es cierto que “lo relacional” e interpersonal explica en gran parte esta sensación. El cerebro humano crece en la relación con el medio ambiente donde la persona se desarrolla pero, aunque nos puedan alimentar o dar estimulación intelectual adecuadamente, es en las relaciones donde se crean la mayor parte de las conexiones neuronales.

Son las personas significativas de la infancia las que nos ayudan a calmarnos, a conocernos, a entender nuestro mundo emocional y a ponerle palabras a los sentimientos, las  que nos ayudarán a crear un concepto sobre nosotros mismos y a entender que pase lo que pase, por fuerte o perturbador que sea lo que nos hace sentir ansiedad, miedo o tristeza, al final todo pasa. Pero… ¿Y si esas figuras no han hecho bien su papel? 
 

  • Causas infantiles de los sentimientos de vacíos: Cuando un bebé llora, ni siquiera sabe por qué lo hace. El bebé solo sabe que algo lo está perturbando y siente que él no puede proveerse de aquello que lo calme, por eso necesita de una figura adulta que responde a su llanto y apacigüe su malestar. ¿Qué pasa entonces si la persona no viene o la persona responde mal a su necesidad? Que el bebé va aprendiendo que no hay nada ni nadie que pueda calmar su angustia, o que para calmarla hace falta insistir mucho. Así se va generando esa sensación de angustia, vacío y soledad: “me pasa algo que nadie puede llenar”,  aprendiendo que la angustia o bien no se calma, o bien necesitamos llorar en exceso y depender de otro para que nos la calmen.
  • En el primer caso donde nadie va a calmar al bebé y más adelante al niño, la persona va creciendo guardando su angustia para sí misma y generando sentimientos de soledad y vacío, creyendo la idea “no puedo fiarme de nadie, solo yo me puedo ayudar” y separándose cada vez más del sostén y el cuidado que el resto de personas nos pueden brindar. De adultos parecen personas muy autosuficientes, pero en el fondo sienten angustia y soledad. A veces estar personas pueden generar dependencia a alguna sustancia que sirva como sustitutivo a la persona que no le cuidó: la comida o ya más avanzado, drogas o alcohol. Son sustancias que calman la angustia que no les enseñaron a calmar por ellos mismos.
  • En el segundo caso se necesita en exceso a otro. Que nuestras figuras de apego en la infancia solo estuvieran a ratos o cuando insistimos mucho en nuestro llanto (o rabia, o tristeza cuando ya somos más mayores…) hace que de adultos necesitemos utilizar inconscientemente nuestras emociones para conseguir que nos hagan caso, para que alguien nos calme, porque no hemos aprendido que las emociones son pasajeras y que ninguna angustia dura eternamente. Estas personas son las que desarrollan dependencia emocional a personas. Han sentido el vacío que todos sentimos de pequeños y han aprendido que la única forma de llenarlo es en base a otra persona (o sustitutos como la comida) que se convierte en fundamental en nuestras vidas. Una especie de hogar al que siempre volver y que nos calma, aunque este hogar sea perjudicial y dañino.

Otras causas de las sensaciones de vacíos: Duelos, abandonos, traumas y heridas. Aunque la infancia es fundamental en el desarrollo del vacío emocional, algunas circunstancias de la vida pueden hacer que se vaya fraguando en nosotros. Si nuestra vida viene llena de personas que nos abandonan, gente que por desgracia está ausente (enfermedades, muerte), traumas psicológicos fuertes (accidentes, abuso, maltrato) y heridas variadas (infidelidad, por ejemplo), la persona puede generar un sentimiento de vacío similar al descrito anteriormente. Este vacío puede durar más o menos tiempo, dependiendo de la intensidad, la cantidad y la duración de los eventos que nos causen dolor.

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¿Se puede curar el vacío emocional?

Pequeños consejos:

  • Aprende que la soledad no es mala: haz actividades solo, busca lo que te gusta, pasea, investiga.
  • Medita: desde el mindfulness o el yoga, por ejemplo.
  • Crea círculos de personas que te entiendan, apoyen, etc. Somos animales sociales.
  • Busca causas que “vibren” contigo: voluntariados, emprender un nuevo proyecto.
  • Viaja y descubre que el mundo es enorme, que hay mil maneras de vivir y que no estás solo.


Por otro lado, desde mi experiencia y perspectiva, el vacío emocional es una señal que nos indica que tenemos que seguir profundizando en nosotros para conocernos y comprendernos, para no juzgarnos ni victimizarnos o atacarnos.

Los vacíos emocionales se van llenando cuando encontramos explicaciones para él y nos responsabilizamos de nuestra propia vida, proveyéndonos de aquello que necesitamos y no nos dieron y mirándonos con amor y compasión. Aceptarnos, querernos, aprender que somos capaces de sostener y traspasar las emociones que nos hacen sufrir. Saber que para superarlo, tenemos que dejar de escapar de él y mirarlo de frente. Da miedo, pero no estamos solos. Para ello es fundamental una terapia profunda, donde un terapeuta nos mire y nos devuelva esa imagen buena de nosotros mismos, donde aprendamos que la angustia puede ser sostenida y calmada.

Recuerda: “El sufrimiento que genera un ser humano solo puede ser curado mediante otro ser humano”.

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Autora Sara Sarmiento
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