Cuando los niños sufren. Consecuencias del trauma en la infancia

QUÉ ES EL TRAUMA INFANTIL Y COMO NOS AFECTA EN NUESTRA VIDA

Muchos manuales de psicología describen los sucesos traumáticos infantiles como aquellos acontecimientos que ponen en peligro la vida o la integridad de las personas (p. e.: atentados, violaciones, accidentes, enfermedades mortales, robos con violencia, etc.), ya sean vividas directamente o presenciadas de manera cercana, por ejemplo por bomberos, policías o personal sanitario.

Sin embargo, se ha visto que el trauma infantil puede provenir de cualquier situación que una persona haya vivido en un momento dado y por la que se sienta sobrepasada, desbordada, sin saber cómo asimilar esa experiencia, que de mantenerse en el tiempo se convierte  en traumática.

Los expertos empiezan a hablar ya del DESNOS (Complex Trauma and Disorders of Extrem Stress), que sería el trauma generado a través de las relaciones interpersonales, especialmente con las figuras cuidadoras más importantes en la infancia, lo que se llama las figuras de apego. Los cuidadores desatentos, a veces distraídos en la crianza o también sobrepreocupados, por sus propias problemáticas y limitaciones personales,  pueden sin quererlo ni saberlo, propiciar que se generen traumas, ya que un niño suele sentirse a menudo sobrepasado por las experiencias, salvo que un adulto o varios estén atentos y disponibles para ayudarlo a atravesar, a resolver, a superar, a tranquilizarse y volver a sentirse seguro otra vez.
  

CONSECUENCIAS DEL TRAUMA EN LA INFANCIA

¿Quiénes son las figuras de apego primarias?

 
Las figuras de apego primarias son aquellas personas que se relacionan con el bebé desde que llega a la vida (incluso antes) y durante su desarrollo en la infancia. Estas personas suelen ser los padres, pero en ocasiones pueden actuar como figuras de apego otros individuos como abuelos, tíos, cuidadores, etc. Su función principal es la de atender y por tanto regular las necesidades del niño, calmándolo (por ejemplo dándole de comer cuando tiene hambre, consolándole cuando tiene miedo, acunándole cuando siente sueño, etc.) y de dar sentido a aquello que rodea al infante. Es a través de la relación con estos primeros cuidadores que el niño va creando una visión del mundo, de los otros y de sí mismo.

El apego por tanto, tiene un carácter protector. Seguramente todos conocemos la película “La Vida es Bella”, donde Roberto Benigni, en el papel de Guido, inventa una realidad mucho más amable para que su hijo Giosuè no viva el sufrimiento de una realidad devastadora. Esto es precisamente lo que hacen las buenas figuras de apego, dar un significado, interpretar y proteger al pequeño de lo que para él aún es una encrucijada a resolver, porque aún no cuenta con las herramientas de los adultos para afrontar determinadas situaciones.

Pensemos una cosa: el ser humano nace totalmente desvalido. Existen estudios realizados en orfanatos donde se muestran niños con las necesidades básicas de alimentación, calor, vestido, sueño, etc., cubiertas pero que sin embargo desarrollaban trastornos y déficits psicológicos, por no recibir un adecuado contacto humano, a través del consuelo, las caricias, los abrazos. Y es que el ser humano es un animal esencialmente social, con un cerebro aún por desarrollar cuando sale del vientre materno, y este cerebro no se desarrolla por el simple paso del tiempo, sino que lo hará mediante la regulación de las figuras de apego, mediante los cuidados y los afectos.
 

 las consecuencias del trauma en la niñez

¿Qué pasa si las figuras de apego son peligrosas para el niño?

La persona que ha sido expuesta a un ambiente de malos tratos, a la negligencia, al abuso sexual o a cualquier tipo de ambiente perjudicial en la infancia, habrá tenido que desarrollar una serie de estrategias para sobrevivir que en el mejor de los casos puede dar lugar a una persona que se conoce como resiliente: ha sobrevivido a condiciones muy adversas como ha podido. Sin embargo a veces, cuando estas personas crecen y consiguen salir de estas situaciones peligrosas y traumáticas, tienden a repetir los patrones que han vivido de alguna forma en su infancia, aunque muchas veces no sean concientes de ello. La persona traumatizada tiene dificultades serias a veces para distinguir qué relaciones son seguras y cuáles no, cuáles le hacen bien y cuáles no, cuáles quiere para su vida y cuáles no. Lo mismo para poner límites y poder protegerse, de lo que es dañino para su vida. Las experiencias traumáticas rigidizan los límites o hace que resulte muy difícil ponerlos en las relaciones interpersonales.

¿Es necesario vivir en ambientes tan extremos para sufrir un trauma?

 
Muchas personas pueden sufrir sintomatología traumática sin haber vivido situaciones de violencia y maltrato. Como he dicho anteriormente, un trauma es aquello por lo cual las personas nos sentimos sobrepasados y desbordados, sin saber por dónde salir, afrontar o asimilar en una situación. Desde la perspectiva de un adulto, muchas situaciones pueden parecer insignificantes en este sentido, pero un niño, sin recursos y desvalido ante un mundo que no conoce, necesita adultos sanos para interpretar el mundo y abrirse camino en él. Miradas despectivas, comentarios dañinos, burlas, descalificaciones o situaciones que son dolorosas en forma sistemática cuando somos niños, pueden quedar marcadas en nuestra memoria generando dolor en la edad adulta o en la adolescencia, y condicionándonos en el tipo de decisiones y relaciones que mantenemos en la actualidad.

Un niño desatendido emocionalmente por sus padres o cuidadores, donde sus necesidades afectivas no son tenidas en cuenta, que tiene que vivir en una casa con una madre enferma o depresiva, que no puede hacerse cargo del pequeño, con un padre ausente o maltratador, o con padres que simplemente trabajan en exceso y no están presentes para regular sus necesidades, sentirá de alguna manera que el mundo no es seguro. El niño tenderá a evitar las relaciones sociales por no sentirlas seguras ni satisfactorias o por el contrario, buscará el afecto a toda costa.
 

 TRAUMA EN LA INFANCIA Y SUS CONSECUENCIAS

¿Qué pasa con esos niños cuando son adultos?

Estos niños, si no reparan el trauma, serán adultos que evitarán las relaciones afectivas mostrándose fríos y faltos de sentimientos y empatía o por el contrario, fuertemente dependientes de una pareja, un hijo, una madre o cualquier figura que pueda darles ese vínculo que no tuvieron de pequeños.
 
Estos factores que influyen, como se podrá imaginar, en las relaciones íntimas adultas. Explican en cierta medida esa necesidad de afecto o miedo a la soledad que podemos sentir en nosotros mismos cuando experimentamos una ruptura de pareja, o el comportamiento frío y distante de esas personas que parecen que no consiguen amar o que cuando lo hacen, no están presentes en la relación. Explican (también en parte) el no poder dejar a una pareja que nos hace daño o el sentir que un hijo no debe irse de nuestro lado.
 

Es por todo esto que si, por ejemplo, sientes que sufres dependencia emocional, sientes que no puedes controlar tu agresividad e impulsividad, que hay algo que no funciona del todo bien en tus relaciones o sientes un vacío dentro de ti, probablemente necesites ayuda psicológica, puesto que reparar el vínculo, entender de dónde procede nuestro sufrimiento, superar los traumas tanto relacionales como el trauma por momentos de alto estrés, es difícil sin la ayuda de un profesional.
 

 
¿Cómo saber si tengo sintomatología traumática?

 
El trauma generado en las relaciones de apego conlleva una sintomatología  difícil de detectar, incluso para la persona que lo sufre, que muchas veces es confundida con otros trastornos psicológicos. El TDAH en niños o la dependencia emocional en los adultos pueden ser consecuencia de un trauma relacionado con el apego. Algunos síntomas pueden ser: impulsividad, agresividad, carencia en la regulación de los afectos, fallos de memoria,  déficit de atención, baja autoestima, dolores de cabeza (u otros dolores sin causa física) y problemas relacionales (como no sentirse adecuado o cómodo en las relaciones personales, dependencia o evitación) entre otros.

Si crees que puedes estar sufriendo sintomatología traumática mi consejo es que acudas a un psicólogo de confianza. Este tipo de síntomas son difíciles de abordar por uno mismo y pueden dificultar nuestras relaciones y nuestra vida hasta el punto de hacernos muy infelices.

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