Cómo ser fuerte emocionalmente

Fragilidad emocional vs fortaleza emocional

Qué es la fragilidad emocional

Es importante no confundir la fragilidad emocional con la sensibilidad. La sensibilidad es una cualidad del ser humano muy positiva. Nos permite ser más compasivos, más empáticos, poder disfrutar más del medio que nos rodea y de las actividades que realizamos, como por ejemplo contemplar un atardecer o escuchar un concierto de música, algo que no asociamos con debilidad, ni deberíamos de hacerlo, porque ser sensible y fuerte emocionalmente es ampliamente compatible.

Las personas sensibles, tienen la capacidad de percibir más de su entorno y de las personas que le rodean y eso podrá hacer que puedan ayudar bien de manera indirecta o directa.

Sin embargo, las personas frágiles emocionalmente no reaccionarán así. Ante situaciones en las que tengan que manejar emociones intensas, se verán incapaces y se sentirán mal consigo mismas y con los demás la mayoría del tiempo. No entenderán muchas reacciones de su entorno, pasarán del enfado con sus seres más cercanos, al enfado propio y a la culpa con mucha facilidad. La culpa es un sentimiento muy frecuente en estas personas que padecen un elevado sufrimiento emocional.

La infancia y la adolescencia son muy importantes en el desarrollo de la fragilidad emocional, la plasticidad cerebral y el desarrollo de la personalidad se verán muy influenciados por el entorno en el que crezcan este tipo personas, viviendo frecuentemente  en hogares en cuales los padres pueden ser personas poco predecibles, que en ocasiones atienden sus necesidades y en otras no, principalmente a nivel afectivo, algo que ayudará a que se vayan desarrollando las siguientes características:

  • Bajo autoconcepto: La persona frágil emocionalmente no tendrá una buena relación consigo mismo, su concepto y su autoestima estarán muy mermados. Podrán perder oportunidades tanto a nivel personal como profesional por razones como creer que no están a la altura, debido al desasosiego interno que sienten. En muchos casos, existirá la tendencia a aplazar lo que tengan que hacer, a procrastinar, para intentar evitar el sufrimiento interno que padecen.
  • Baja tolerancia a la frustración: Cuando algo no salga como consideran adecuado o no cumpla sus expectativas, provocará una intensidad en sus emociones que no podrá controlar. Emociones como ira y/o tristeza se apoderan de la persona, no aceptando por ejemplo que el cometer un error, no va a implicar que las cosas salgan mal siempre.
  • Diálogo interno negativo: Todos tenemos un diálogo interno, que a su vez sirve como reforzador de las creencias que tenemos sobre nosotros mismos y es muy distinto si ante un contratiempo nos decimos: “¡Ánimo, inténtalo de nuevo!” que si nos decimos “Ya has fallado otra vez, ¡no te va a salir!”. Las creencias que desencadenarán mensajes del segundo tipo y sus emociones asociadas contribuirán a desarrollar y mantener la fragilidad emocional y el sufrimiento en la persona.
  • Valoración del juicio de los demás: Cualquier valoración externa será muy tenida en cuenta por la persona. Como hablamos anteriormente, la autoestima de estas personas tenderá a ser bastante baja, por lo que las evaluaciones externas serán muy importantes para regularse emocionalmente y valorarse. Si el entorno los evalúa de manera positiva, en cierto modo serán capaces de creérselo, pero si el juicio es una crítica (aún siendo constructiva) podrán sentirse muy mal consigo mismos e incluso atacados por la otra persona. Esta excesiva valoración del juicio de los demás, hace que en muchas ocasiones sean personas fácilmente manipulables.
  • Preocupación excesiva: Sus pensamientos estarán constantemente reevaluando situaciones, pensando y anticipándose a eventos que aún no han ocurrido, con la consecuente hiperactivación emocional que los puede llevar a padecer un trastorno de ansiedad, en los casos más graves.

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Cómo ser más fuerte emocionalmente
 

  • Centrarse en las fortalezas: Todo el mundo disponemos de ellas, pero las personas frágiles emocionalmente tenderán a centrarse únicamente en sus debilidades sin poder ver más allá. Se trata de saber por ejemplo aquello que se te da bien, por ejemplo, puede ser cocinar y potenciarlo o valorar la ayuda que puede suponer que te encargues de cocinar en tu hogar.

  • Motivarse: En relación con lo anterior, poder ver las fortalezas, puede ser una de las ayudas que puedan colaborar a comenzar a motivar y hacer que la persona sea más optimista.

  • Minimizar los juicios externos: No se trata de que no importe lo que los demás nos digan, ni de que no los escuchemos, simplemente consiste en que no tomemos como una verdad absoluta ni como un ataque directo, aquello que la otra persona nos diga.

  • Cambiar el diálogo interno: Poco a poco intentar cambiar los mensajes que nos damos a nosotros mismos, debido a las creencias irracionales del tipo “debo hacer las cosas bien”,  por mensajes más positivos. Argumentándonos a nosotros mismos en base a la realidad que vivimos no a lo que creemos que ocurrirá o que debería ocurrir.

  • Tolerar la frustración: Fijarse metas pequeñas, reevaluar sus objetivos y valorar poco a poco sus logros, irá ayudando a la persona a poder tolerar las críticas constructivas, a verlas como tales y a no hundirse porque algo no salga bien a la primera.

  • Actividades de relajación: La fragilidad emocional, afecta a todos los niveles del organismo y es bueno que la persona realice actividades que le permitan relajarse.

  • Conocer más sobre sus emociones: Puede resulta beneficioso que la persona aprenda sobre inteligencia emocional, para poder comprenderse a sí mismo y a los demás y tener más información para aprender a regularse emocionalmente.

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Cuando la persona no pueda ser resiliente por sí misma, afrontando y sobreponiéndose a los obstáculos con los que se encuentre, lo más adecuado es que acuda a terapia, para que un especialista le pueda ayudar a dejar de sufrir y a desarrollar su fortaleza emocional.

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Autora: Oceanía Martín Recio

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