Relaciones Familiares Toxicas

Como son las familias con relaciones toxicas

Características de esas familias con relaciones toxicas. Como las puedo identificar y que herramientas adquiero y desarrollo para salir de ellas.

La familia es el grupo primario de pertenencia en el que crecemos y nos desarrollamos como individuos y a través del cual generamos los aprendizajes necesarios para desenvolvernos en el mundo. Es aquí donde cubrimos nuestras necesidades básicas de pertenencia, donde se desarrolla el apego pero también donde aprendemos a resolver conflictos para más adelante poder ser autónomos y establecer relaciones afectivas sanas.

Lo que diferencia a una familia sana, de una familia tóxica, es que en la primera los miembros desarrollan un apego seguro, que les permite sentirse protegidos y seguros para explorar el mundo que les rodea sabiendo que, si les sucede algo, podrán volver al espacio seguro con sus progenitores o cuidadores.

Sin embargo, en las familias con patrones de relación tóxicos, los niños no tienen esos referentes estables en los que apoyarse y se desarrollan con grandes carencias afectivas.
Una familia se considera tóxica cuando dificulta o impide que sus miembros se desarrollen adecuadamente o cuando las normas, los valores y los estilos de relación y dinámicas que ofrece la familia son perjudiciales, ya que afectan al desarrollo psicológico, emocional o social de la persona.

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Algunas señales que nos alertan de que estamos ante una familia tóxica son, entre otras, cuando son las personas de nuestra familia ante las que nos sentimos más vulnerables, indefensos o desprotegidos.

Las consecuencias de haber crecido en una familia con estas características tendrán especial repercusión en la vida adulta, cuando la persona quiera establecer relaciones con otros o desenvolverse en la sociedad. Esto no es de extrañar si tenemos en cuenta que la familia es la primera toma de contacto con la vida en grupo y es donde aprendemos a desenvolvernos con los otros. Las primeras vivencias son las que configuran nuestro mundo interno y las que utilizaremos como referencia para medir el mundo.

Las principales características de que una familia o un miembro de la misma es tóxica/o son: 

  • La falta de comunicación a la hora de abordar los temas profundos y los problemas realmente importantes de forma que se discute continuamente por temas superficiales, pero nunca se permite el espacio para hablar de lo que está afectando a cada uno.

  • Otra característica de las familias tóxicas, que está relacionada con los problemas en la comunicación, es la manipulación emocional. La manipulación consiste en utilizar al otro para nuestro propio beneficio de forma que sus necesidades quedan invisibilizadas y no son cubiertas. En estos casos los padres se enfadan sin razón o de forma desproporcionada, anteponen sus necesidades a las de los pequeños y se colocan en posiciones de víctimas, generando en sus hijos mucha culpa, inseguridad y confusión lo que los coloca ante una vulnerabilidad extrema. 

  • La rigidez en los roles parentales con normas excesivamente estrictas dónde ellos tienen la autoridad y no se permite la negociación con los hijos de forma que solo pueden acatar lo que ellos mandan. En las familias toxicas se da una forma de parentalidad basada en relaciones abusivas de poder en los que no se respeta la individualidad de cada miembro ya que no hay cabida para el espacio individual, las opiniones o los estilos diferentes. Esto puede llevar a una uniformidad familiar rígida y obligatoria en la que no se desarrollen las habilidades o deseos de cada uno, fomentando el sentimiento de inutilidad y dependencia.

La sobreproteccion genera dependencia e inseguridad y no permite que los hijos se desarrollen de forma autónoma ya que en muchos casos esto los llevará a necesitar continuamente la aprobación de los demás y no confiar en sus propias capacidades.

A veces, se da la situación contraria en la que en vez de crecer en un núcleo familiar muy aglutinado las personas han vivido situaciones de abandono y negligencia en donde sus necesidades se han desatendido demasiado pronto y no ha habido apenas contacto emocional lo que conlleva un sentimiento de abandono y desamparo que persiste hasta la edad adulta.

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¿Qué puedo hacer si he crecido y tengo una relación familiar tóxica?

 

Cuando estamos o hemos crecido en una familia con estas características, lo primero y más importante es poder identificar esos comportamientos entender la forma en la que nos han afectado en el pasado, cómo nos influyen en nuestras relaciones del presente y qué rol hemos ocupado nosotros en el sistema familiar.

Abordar estas cuestiones en terapia será fundamental. En el espacio terapéutico las personas que han crecido en sistemas familiares tóxicos se podrán permitir emociones como la rabia o la tristeza que probablemente no tuvieron cabida y necesitaron ser reprimidas.

Cuando se nos transmite el mensaje de que lo que sentimos no es válido o está mal, esto genera en una primera estancia una gran confusión, pero después aprendemos a no permitir esas emociones para adaptarnos al entorno y ser aceptados.

Estar en contacto con nuestras emociones y aprender a identificarlas es un arma de indudable poder para la salud. Esto nos permite identificar las situaciones en las que no estamos a gusto, en las que hacemos cosas por obligación, por recibir la aprobación de los demás o por miedo a las represalias y será el primer paso para poder poner límites.

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En ocasiones interiorizamos mensajes como: “Si no hago lo que esperan de mí o lo que quieren los demás, no me van a querer” y actuamos acorde a estas creencias, pero contentar a todo el mundo es imposible y cuando aceptamos cualquier cosa por obligación o miedo nos vamos cargando de frustración, malestar y cansancio. Aprender a decir que no y anteponernos a nosotros mismos cuando sea necesario es el primer paso para practicar y desarrollar el amor propio.

Otra pauta esencial para relacionarte mejor es la asertividad, es decir comunicarnos con el otro de forma consciente, respetando nuestras necesidades, pero sin herir al otro. Es muy importante transmitir cómo nos sentimos, lo que queremos y poder poner límites.

Ser respetuoso o no perder el control a veces no es tan sencillo por lo que, en ocasiones, está bien respirar y tomarnos un tiempo o alejarnos para no actuar en caliente y pensar sobre lo que nos está sucediendo.

Cuando lo anterior se vuelve muy complicado puede que sea el momento de irse de casa o incluso distanciarse si es necesario. Tenemos el derecho a construir nuestra propia familia y a ser felices sin la sensación de estar en deuda. A veces es necesario romper con ciertos mandatos y con la culpa. La familia es un concepto muy amplio que no tiene que estar formado exclusivamente por las personas consanguíneas sino por aquellas a las que queremos y con las que nos sentimos en confianza.

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Autora: María Rodríguez
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