RELACIONES DE PAREJA QUE DURAN VS LAS QUE SE ROMPEN

¿HAY UNA FECHA DE CADUCIDAD PARA NUESTRA RELACIÓN DE PAREJA?

«El amor que sea eterno mientras dure»
Vinicius de Moraes

Amor de pareja

El amor no es un hecho natural, si no que se va construyendo histórica y socialmente. No tiene valores universales ni se rige por una moral universal, sino que está marcado por las culturas y las épocas y géneros. En cada época, amamos a la manera de nuestro tiempo y, al mismo tiempo, conservamos formas tradicionales ya “superadas”.

Lo que sí es natural es vincularnos con los otros. Queramos o no nos enamoramos, establecemos diferentes vínculos afectivos, atravesamos cambios, sentimos miedos, nos desenamoramos, rompemos vínculos, los trasformamos, repetimos patrones y dinámicas, creamos nuevas posibilidades… (Fina Sanz, Los vínculos amorosos).
 
En nuestra sociedad y cultura, lo que viene predominando desde hace mucho tiempo es el Amor Romántico, siendo éste la base de nuestra institución social básica: la familia.
 
Este Amor Romántico ofrece unos modelos de comportamiento que, cuando falla la pasión romántica, produce frustración y desengaño. A primera vista no somos capaces de vislumbrar que nos estamos tendiendo una gran trampa.
 
Este amor romántico, tiene fecha de caducidad cuando llega la hora de cuidar el verdadero amor. Cómo bien sabemos, el amor romántico se basa en ideales cómo:
 
La entrega total a la otra persona; hacer de la otra persona lo único y fundamental de la existencia; Vivir experiencias muy intensas de felicidad o de sufrimiento; Depender de la otra persona y adaptarse a ella, postergando lo propio; Perdonar y justificar todo en nombre del amor; Estar todo el tiempo con la otra persona; Pensar que es imposible volver a amar con esa intensidad; Sentir que nada vale tanto como esa relación. Pensar todo el tiempo en la otra persona, hasta el punto de no poder trabajar, estudiar, o prestar atención a otras personas menos importantes; Vivir sólo para el momento del encuentro; Prestar atención y vigilar cualquier señal de altibajos en el interés o el amor de la otra persona; Idealizar a la otra persona no aceptando que pueda tener algún defecto; Sentir que cualquier sacrificio es positivo si se hace por amor a la otra persona; Lograr la unión más íntima y definitiva; Tener los mismos gustos y apetencias.
 

Todas esas características, ideas, creencias y mitos que definen el Amor Romántico, hacen que sea prácticamente imposible conseguirlo y que derive en dudas, sufrimiento, frustración y en definitiva exigencias a la persona “amada”, a uno mismo y a la relación de pareja.

Los mitos del amor

Venimos de una sociedad y cultura donde no nos han enseñado en qué consiste el verdadero amor y cómo hay que cuidarlo. Más bien nos han enseñado a que el verdadero amor es vivir en un estado intenso de enamoramiento, algo totalmente insostenible.
 
Después de la fase de enamoramiento, esa fase en la que tendemos a proyectar nuestro ideal de pareja en el otro al que aún no conocemos en profundidad, esa fase en la que todo nos parece pleno, esa fase de ceguera…  Después de la fase de enamoramiento llega el verdadero conflicto… Definir cuál es nuestra verdadera vida en pareja. Toca resolver el conflicto entre el ideal que tenemos y la realidad que existe.

Esta contradicción entre lo que anhelamos de nuestra pareja y lo que realmente vivimos actúa tensionando la relación, es el mayor enemigo y genera muchísima frustración en cada uno de los miembros que componen la pareja, pero lo que puede llegar a ser más frustrante aún es no cumplir nosotros con el ideal que nuestra pareja espera. En ocasiones nos encontramos llevando a cabo comportamientos que están muy lejos de nosotros por tratar de no dejar de cumplir con el ideal que nuestra pareja espera.
 

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¿CÓMO CONSTRUIR UNA RELACIÓN DE PAREJA DURADERA?

No existe una fórmula mágica para llegar a la satisfacción plena en una relación de pareja, una de las variables a tener en cuenta es que la pareja genera mucha frustración, es el lugar ideal para trabajar nuestra tolerancia a la frustración, bromas aparte, lo que sí sabemos es que existen ciertas áreas importantes que cuidar si queremos que nuestra relación de pareja funcione.

De nuestro modelo de amor, de nuestros vínculos principales en la familia, la experiencia y la sociedad, deriva, en gran parte, nuestra manera de relacionarnos, nuestra manera de construir nuestro modelo de pareja. Y modelos hay muchos, tantos como personas emparejadas…

El amor no sólo se encuentra si no que se construye y requiere de implicación y responsabilidad para que las cosas funcionen.

Uno de los ingredientes importantes es el espacio personal y su cuidado:

Espacio interior: aquello que experimentamos, pensamos, sentimos, y que nadie puede conocer si no se lo comunicamos.

El espacio relacional: cómo nos relacionamos con los otros. Es la interacción entre ambos.

El espacio social: son los lugares o roles sociales que ocupamos en cada momento. Por ejemplo el espacio profesional, el estatus social o los roles familiares.

Cada modelo de pareja le dará la importancia que considere a cada uno de los espacios, pero lo que sí sabemos es que el equilibrio y cuidado de los tres hará que la relación sea más satisfactoria para ambos.

Para poder cuidar estos espacios tenemos que saber de manera individual identificar nuestras necesidades y deseos, responsabilizarnos de ellas y saber satisfacerlas, desde ahí es desde donde podremos pedir a nuestra pareja de una manera responsable. En ocasiones, depositamos tanto en la relación que se termina convierto en un espejo que nos devuelve si somos o no queribles, si somos o no valiosos. De este modo sobrecargamos la relación y a nosotros en ella.

Es importante conocer nuestros límites personales e interpersonales (qué puedo dar, qué no, qué puedo aceptar de lo que no me gusta, qué no…). Una pareja no es más sana por la ausencia de conflictos si no por la capacidad de resolución y la aceptación de la diferencia. Los desencuentros forman parte de la vida en pareja.

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En otro artículo ya hablamos de manera más extensa sobre la comunicación y las necesidades en pareja, aquí volvemos a reiterar que es uno de los ingredientes fundamentales. Ser empático, poder escuchar, estar abierto a la negociación y ser asertivo… En definitiva, comunicarnos con responsabilidad afectiva para con el otro y uno mismo.

El amor no es la otra persona sino que se construye con las personas… se transforma; nace, crece, cambia, y a veces, también se acaba.

El psicólogo Robert Sternberg elaboró una teoría sobre el amor y la relación de pareja. A la que llamó “teoría del triángulo del amor”.

Él plantea que para que haya verdadero amor deben de existir tres componentes:
 

  • Pasión: deseo sexual o romántico de gran intensidad, acompañado por una fuerte tendencia a buscar la unión física y/o emocional con el otro.

  • Intimidad: conocimiento del otro y confianza en lo que es, lo que hace y lo que siente y preocupación por su bienestar. Necesidad de acercamiento y de compartir lo que sentimos y pensamos, de compartir nuestro espacio interior.

  • Compromiso: voluntad de mantener el vínculo y sentimiento de responsabilidad al respecto. Interés en superar las adversidades, más allá de las circunstancias temporales. Además, cada pareja elige qué tipo de compromiso establece y qué tipo de reglas… Exclusividad, pareja abierta, convivencia conjunta, separada…

 
Según Sternberg, si no se dan los 3 componentes no estaríamos ante un amor consumado. Debe existir un equilibrio entre las 3 áreas.

Cómo vemos, no es fácil construir una relación de pareja y en general no es fácil construir vínculos sin desencuentros ni frustraciones. Por ello, es importante conocernos a nosotros mismos para poder conocer al otro con responsabilidad y desde ahí establecer relaciones interdependientes responsables.
 
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 Autora: Cristina Pineda
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