Claves para reconocer la violencia en la pareja

Claves para reconocer la violencia en la pareja: las raices de la agresividad en las relaciones

Diferentes formas en que se produce la violencia en la pareja

Queremos detallar en este artículo, los diferentes tipos de violencia que se puede producir en las relaciones de pareja, cada tipo conlleva características diferentes y se produce por diferentes causas. Vamos a destacar diferentes modalidades en que se puede producir

No todas las agresiones que se producen en estas relaciones son iguales ni tienen las mismas connotaciones. Por ello, distinguimos diferentes tipos de violencia en la pareja: 

Violencia estructural   Violencia circunstancial
Exclusiva: es el maltrato permanente que se produce únicamente en las relaciones de pareja pudiéndose extender a los hijos e hijas (violencia masculina).

Violencia como defensa
Se produce cuando la víctima reacciona con agresividad para defenderse de las agresiones sufridas

La violencia no se produce permanentemente, sino que surge de conflictos puntuales (ejercida tanto por mujeres como por  hombres).
Puede ser de dos tipos:
Unidireccional.
Bidireccional o cruzada.
Generalizada: las agresiones se extienden a otros ámbitos fuera de las relaciones de pareja y familiares. (violencia generalmente masculina )

 La principal distinción entre violencia circunstancial y estructural, es que esta última es un maltrato que ejerce una persona de forma permanente, con el objetivo de dominar y controlar al otro. Las relaciones que establece son siempre de desigualdad y utiliza la agresión como medio para mantener el poder absoluto. Se encuentran dos tipos de violencia estructural: 1) los hombres que maltratan de forma exclusiva a sus parejas y que se puede extender a sus hijos e hijas y 2) los que agreden de forma generalizada, es decir que llevan la violencia a todos los ámbitos.
 
La violencia circunstancial, en cambio, surge a partir de un conflicto puntual (crisis de pareja, desacuerdos, procesos de separaciones y divorcios, etc.) que se van agravando y llegan a desencadenar uno o varios actos de malos tratos, pero que desaparecen una vez resuelto el problema. La duración de la agresión depende de la resolución del conflicto y puede ser muy violenta, llegando inclusive a la muerte. Existen en este grupo dos tipos de situaciones: 1) cuando una de las partes agrede a la otra (unidireccional) y 2) cuando ambas partes se agreden mutuamente (cruzada).
 
La violencia estructural y circunstancial se diferencian en relación a su utilización para obtener poder o abusar de él. La primera busca establecer relaciones de dominio de forma permanente y es su modo de establecer vínculos; mientras que los que ejercen maltrato circunstancial entablan relaciones simétricas con los otros, y la violencia aparece a partir de un conflicto no resuelto.

 

  Violencia estructural    
Hombre

Mujer 

Violencia circunstancial

Hombre  ——– Mujer 

 

Cómo definimos al maltratador de violencia de género

En este sentido, se indica que cuando hablamos de los hombres que maltratan a la mujer o de maltratadores, se hace referencia a las personas que ejercen violencia estructural exclusiva: los que utilizan la violencia como un medio para lograr el poder y el control absoluto y permanente en las relaciones de pareja. Son los hombres los que en su gran mayoría agreden de forma estructural (90% de forma exclusiva y 80% de forma generalizada). Mientras que la violencia circunstancial puede ser ejercida tanto por hombres como por las mujeres.
 
Para describir estos dos grupos –circunstancial y estructural exclusiva- tomaremos un ejemplo ya desarrollado en un libro que publicamos (Quinteros, Carbajosa: Hombres maltratadores. Tratamiento psicológico a agresores, 2008). Imaginemos una pareja en donde se ha producido violencia circunstancial y por lo cual, a partir de haber vivido momentos de conflictos y de importantes desavenencias, se desencadena un proceso de separación. En ese momento aparecen conductas manipulativas hacia los niños, en relación al dinero, al reparto de los bienes, y comienzan los insultos, las amenazas, los desprecios y descalificaciones, tal como sucede en muchas parejas cuando se divorcian. Una vez pasado ese proceso, cada uno sigue su vida, ya que ambos querían separarse y pueden volver a establecer nuevas relaciones en las que no se utilizará la violencia.

En cambio, si imaginamos otra pareja donde existe una violencia estructural, que se encuentra en proceso de separación, no sólo se habrán vivido momentos de conflicto, sino que se habrá mantenido una relación de violencia y abusos permanentes. En este caso la mujer busca si puede, desligarse y separarse, mientras que el hombre quiere que ella siga bajo su control. Si no lo consigue, la acosará permanentemente, incluso hasta llegar al homicidio, porque considera que es “su objeto” y que sólo debe estar con él. Interpreta el hecho de que ella quiera separarse como una ofensa que debe hacerle pagar. En este caso, aunque se consuma la separación, él no la aceptará y la perseguirá, seduciéndola o amenazándola para que vuelvan a vivir juntos. Incluso si ella logra desligarse de este hombre, él buscará constituir una nueva pareja en la que volverá a ejercer violencia. Porque el abuso de poder es el modo en que este hombre se relaciona, mientras que en la primera situación ejemplificada, las personas pueden establecer una nueva convivencia no basada en el maltrato.
 
En la violencia circunstancial, como puede observarse, no se busca el control permanente como en el segundo caso sino que es puntual, surge a partir de una lucha de poder por un tema concreto: custodia de los hijos, desacuerdos en la relación, etc.
 
El otro tipo de agresión que se puede producir en la pareja es la resistencia mediante la violencia. Ésta se produce cuando una víctima de malos tratos (en su mayoría mujeres) reacciona defendiéndose del abuso con la violencia y se produce una reacción contra el maltrato que sufre.
 
En este caso, la agresión que lleva a cabo la mujer no debe confundirse con un maltrato dirigido al hombre, ni como violencia cruzada, porque la agresión es un acto que realiza la víctima para protegerse. La mujer no busca controlar al otro sino más bien defenderse de la opresión que sufre. La Comisión de Derechos Civiles de los Estados Unidos enfatiza este hecho expresando que “la mayoría de las mujeres que han sido violentas con sus maridos, lo han hecho como último recurso, en defensa propia contra el terror prolongado y la agresión por parte de sus maridos” (United States Comisión on Civil Rights, 1978, pp. 450-453, citado en Dobash & Dobash, 1992, p.257).

Claves para reconocer la violencia en la pareja: cuáles son las raices de este tipo de violencia

Violencia estructural exclusiva: tiene su raíz fundamentalmente en la cultura machista y sexista que impera en nuestra sociedad, por ello es ejercida fundamentalmente por hombres (90%, según datos de Johnson, 2008). En este grupo se encuentran los que denominamos “maltratadores que ejercen violencia de género”, en donde imperan -abiertamente o de forma camuflada- los prejuicios sexistas: la mujer es de su propiedad y debe obedecer, el hombre es el que tiene el poder en la relación, etc. También existen otras causas, en personas (en este caso hombres y mujeres) como presentar ciertos rasgos psicológicos que los caracterizan como pueden ser las personalidades evitativas o con forma de vincularse avitativa, los celos patológicos, y los pasivos agresivos.

Violencia estructural generalizada: la causa principal para este tipo de agresores  suele ser un trastorno psicopatológico: psicosis, psicopatía, trastornos de personalidad antisocial, narcisista o límite, personalidades controladoras, etc. Son personas que tienen graves problemas para controlar sus impulsos y baja tolerancia a la frustración. Sebastián había maltratado a su pareja de forma física, psicológica y sexual, pero también se dedicaba a estafar y robar, establecía relaciones de dominio tanto con mujeres como con hombres, se creía superior a todos. Decía “Yo sé más que todos, tú que me vas a enseñar si podría explicarte mucho de psicología, si yo hubiera hecho psicología sería una referencia”. Era una persona fría, sin remordimientos ni sentimientos de culpa. Decía de su ex pareja: “Bueno, si ella se dejaba convencera mi me gustaba hacerle cosas que ella no quería, pero el encanto estaba en convencerla. Tengo la capacidad para convencer a todo el mundo de que haga lo que yo quiera. Así que tú ten cuidado”. En casos impulsivos como Roberto “Es que cuando siento que algo es injusto es como que se hace un click e la cabeza, y exploto, el otro día conduciendo, un chico me goleo de atrás y encima se baja chulito, y le dí dos hostias” “con mi pareja me pasa igual estoy bien ,ella me dice algo que no me gusta y rápidamente salto”

Violencia circunstancial: su principal causa es vincular, las agresiones surgen por un problema en la relación no resuelto que se agrava y que desemboca en actos agresivos de uno sobre el otro o de ambos a la vez. Un ejemplo de este tipo de agresión es el caso de Esteban: “Nosotros nos llevábamos bien, después de analizar todo lo que pasó (hace 2 años que se han separado) creo que no supe o no supimos llevar bien la relación, ella era más decidida y yo dubitativo y esperando que las cosas pasaran, no enfrentaba las discusiones, pensaba que si pasaba el tiempo se solucionarían, ahora veo que no fue así, cuando no se resuelven las cosas se agravan, a tal punto que como terminó todo fue un desastre”, más adelante agrega: “Desde hacía unos meses ya vivíamos en habitaciones separadas, hasta que vendiéramos la casa. Habíamos iniciado el proceso de separación y los abogados estaban llegando a un acuerdo de división de bienes y del régimen de visitas… Creo que la frustración, la sensación de fracaso en el matrimonio, la impotencia y que no enfrentábamos el conflicto como debería ser levantó mucho la tensión, yo empecé a levantarle la voz y ella a presionarme para que viera menos a mi hija. Yo soy muy controlado pero la situación me pudo. Esa noche, era lunes y yo tenía que tener a mi hija y ella me la llevó a las 10 de la noche, yo estaba enfurecido y perdí el control, no le pegué, pero la sujeté muy fuerte, le dejé marca. La amenacé por querer quitarme a mi hija, ella me dijo que me la iba a quitar, esto era en el jardín y nos vieron los vecinos que salieron a separarnos, pero yo estaba fuera de mí, amenazaba con que la iba a matar  y la insultaba. De la rabia, antes de irme, ella entró a la casa con un vecino y yo rompí el vidrio de su coche”. “Luego ella hizo la denuncia y me arrestaron. Lo que hice estuvo muy mal y siempre me arrepiento, sé que no puedo volver atrás, pero si pudiera no haría lo que hice, no sólo por los problemas que me trajo, sino también por Cecilia, ella no se merecía eso, los dos no supimos cómo actuar en la separación pero yo fui el que agredió”. Pero habíamos indicado que en este tipo de violencia también puede ser cruzada y mutua, que lo observamos en las peleas pre y post ruptura, donde ambos se agreden y en muchos casos ponen a los hijos en el medio de la disputa.
 
Violencia como defensa: parte como respuesta a los malos tratos recibidos. Un ejemplo de ello es el relato de Juana: “Él había llegado a casa, estaba enfadado como siempre, empezó insultarme porque decía que la casa estaba sucia, me decía que no servía para nada, siguió así y veía que cada vez se ponía más violento, le dije que parara que ya estaba bien, que las niñas estaban mal. Entonces me golpeó en la cara, diciéndome que si estaban mal era porque yo era una mala madre y me siguió pegando, me caí al suelo y me dio una patada, entonces Verónica, nuestra hija mayor (tiene 10 años), se interpuso y dijo que no me pegara más, que era un mal padre. Él se enfureció y empezó a abofetearla y luego a darle puñetazos, ya que ella le decía que se fuera. Yo me horroricé, me levanté y tomé un cuchillo de la mesa y se lo clavé en el hombro con toda mi fuerza”. Más adelante agrega “Me asusté mucho, mientras me pegaba a mí siempre pensé que podía manejarlo y hacerlo cambiar, cuando le vi pegando a mi hija, pensé que debía protegerla, que la iba a matar y que no podía tolerarlo, fue como decir: ”Hasta aquí llegué”. Debo hacer algo por mis hijas, cogí el cuchillo y se lo clavé en el brazo, él quedó paralizado, vi su miedo en los ojos y le dije que no volviera a ponerles una mano encima a mis hijas”.  

Las claves para reconocer las diferentes formas dela violencia en la pareja

Violencia estructural

Violencia como defensa

Violencia circunstancial

Busca el dominio y el control total de la otra persona.

Es una reacción ante el abuso del otro.

Es una lucha de poder puntual, no se quiere dominar al otro en todas sus esferas, sino que la pelea se sitúa en un problema determinado.

Existe un desequilibrio de poder.

Existe un desequilibrio de poder pero en este caso la víctima que agrede está por debajo.

Existe un equilibro en la relación de pareja.

Es ejercida mayoritariamente por hombres.

Es realizada principalmente por mujeres.

Es ejercida tanto por hombres como por mujeres.

Existen dos tipos, los que maltratan de forma exclusiva y los que extienden la violencia a otros contextos.

La violencia no se generaliza.

La violencia no se generaliza.

La violencia estructural exclusiva surge principalmente por la desigualdad de género y la cultura machista.
La violencia generalizada tiene su causa fundamental en que la persona padece un problema psicopatológico.

La violencia surge como reacción ante las agresiones recibidas.

La violencia es producto principalmente de un conflicto vincular.

La violencia va en escalada, es permanente y sistemática.
Se observa el ciclo de la violencia.

La violencia es puntual y aparece en el momento de la eclosión del ciclo de la violencia, como reacción ante el maltrato o puede acontecer para evitar nuevas agresiones porque se tiene miedo de morir.

La violencia no es permanente aunque puede ir en escalada, se detiene cuando finaliza el conflicto.
No se observa el ciclo de la violencia.

Esta distinción de las diferentes situaciones de violencia en las relaciones de pareja, nos permite comprender por qué y cómo se producen y a partir de allí, establecer procedimientos de intervención diferenciados, ya que no es lo mismo trabajar con un agresor que ejerce violencia de género, que con una persona que ha realizado una agresión puntual o que se ha defendido. Si no diferenciamos estas distintas formas de violencia podemos cometer errores y pensar que todos los maltratadores lo son de modo estructural exclusivo y que todos deben realizar la misma intervención, como en el caso de Jeremías y Sara, donde él ejercía maltrato permanente hacia su mujer durante 15 años. Hacía 5 años se habían trasladado a España y Jeremías nos relata: “Ella es también agresiva, está condenada, me pegó, me dejó una marca, así que cuando me denunció, yo también lo hice, el problema empezó cuando llegamos aquí ya que ella se creía española y se hacía la liberada y empeoró cuando comenzó a ir a esos talleres de la Casa de la Mujer…Discutimos, ella me provocó y nos fuimos de las manos”, este primer relato, lo que encubre (y que posteriormente al avanzar su tratamiento reconoce) es que él sistemáticamente había maltratado física y psicológicamente a su mujer y ella, a partir de lo que había empezado a ver en su tratamiento en la Casa de la Mujer, decidió pedirle la separación y ese día se lo planteó, él se enojó y le pegó. Sara en un momento responde dándole una bofetada y arañándolo en el hombro.

La mujer también es condenada por lesiones y comienza una intervención grupal por maltratadora, cuando en realidad ella es víctima y ahora que debe verse semanalmente en intervención grupal, con 12 agresores similares a su esposo mientras, paradójicamente hace tratamiento en la Casa de la Mujer. 

En este sentido, poder distinguir los distintos tipos de agresiones que se pueden producir en las relaciones de pareja, posibilita que según la situación establezcamos el dispositivo más adecuado para resolver el problema.

Si quieres conocer como se trabaja psicológicamente con maltratadores y víctimas consúltanos

Autor: Psicólogo Andrés Quinteros

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